LA MONTAÑA QUE NO SE ACABA

 LA MONTAÑA QUE NO SE ACABA



Señor , sé que tus ordenanzas son justas; me disciplinaste porque lo necesitaba.  Salmos 119:75 NTV



Cuando era niño, a la edad de 7, nuestros padres nos llevaron a vivir a una nueva ciudad, casualmente llamada Villa Nueva. La casa tenía un patio trasero donde había una montañita de tierra al fondo  y dos estratos de un trabajo de nivelación inconcluso. A los ojos de un niño, era una protuberancia sin sentido. Pero para mi papá, era el origen de una tarea que se volvió parte de nuestra infancia: sacar tierra de ese montículo con botes pequeños y llevarla a la calle de enfrente.



La calle era de terracería, y cuando llovía se formaban canales por donde corría el agua. Mi papá nos mandaba con diligencia casi militar a llevar tierra una y otra vez. Nunca entendimos para qué. Hacíamos chistes entre nosotros, lo tomábamos como un juego absurdo… pero lo hacíamos. Pasaron los años, y nunca vimos que se acabara la tierra, al menos yo no lo recuerdo.



«Mis pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos —dice el Señor —. Y mis caminos están muy por encima de lo que pudieran imaginarse. Isaías 55:8 NTV



También nos llevaba a largas caminatas. Caminábamos —lo que a nosotros nos parecían horas— para visitar una finca de la tía Julia o para llegar a casa de nuestros padrinos. Muchas veces el bus cubría solo parte del trayecto, y el resto lo hacíamos a pie, bordeando la carretera. Era divertido ver a la familia entera como nómadas, refugiándonos bajo la sombra de los árboles de jocote y disfrutando sus frutos. A veces era monótono, otras veces cansado.



No entendíamos por qué mi papá disfrutaba tanto esas caminatas interminables y esa tarea que parecía más una terapia ocupacional para entretener a la prole de grandes proporciones que poseía. Sin darnos cuenta ese hábito se desarrolló en nosotros y en periodos de vacación escolar, nos dábamos a la tarea de explorar los territorios adyacentes, hasta llegar a municipios aledaños, siendo uno de nuestros destinos favoritos el lago de Amatitlán, al cual accedimos por muchas rutas distintas.



Ninguna disciplina resulta agradable a la hora de recibirla. Al contrario, ¡es dolorosa! Pero después, produce la apacible cosecha de una vida recta para los que han sido entrenados por ella. Hebreos 12:11 NTV






Años después, sin darme cuenta, yo mismo comencé a repetir algunas de esas prácticas. Recuerdo subir del parque Las Ninfas hasta el parque Naciones Unidas por el “Filón” —una subida pesada— cargando a mi hijo Emanuel como bebé, mientras las dos niñas mayores y algunos sobrinos caminaban conmigo. Yo pensaba que solo estaba compartiendo con ellos, pero algo más profundo estaba pasando. Un consciente colectivo que nos ayudaba a alcanzar nuestras metas juntos, sin dejar a nadie atrás.



Dirige a tus hijos por el camino correcto, y cuando sean mayores, no lo abandonarán. Proverbios 22:6 NTV



En noviembre del 2004, mis dos hijas mayores Sindy y Pamela, junto a un grupo de entusiastas amigos, subieron un pequeño volcán, que en su cráter tiene una laguna, llamada “Ipala”. Reportaron el final de su ascenso con un video vía wathsapp, dónde se les veía, en medio de la bruma,  sumergirse en las frías aguas del lugar, acompañado de un texto que decía “Mi papá no crió patojas débiles”.



Hace unos días, hablaba con un amigo que estuvo en una actividad en la montaña. Me contaba entre lágrimas cómo allí descubrió partes de sí mismo que no conocía y una faceta de Dios que nunca había visto. Al terminar la llamada, me quebré. Comencé a llorar como hace mucho no lo hacía. Una revelación vino a mi vida y me transportó por aquellos tiempos acarreando los montones de tierra en una tarea sin sentido.



Fue como si Dios abriera un cajón escondido de mi alma. Recordé la montaña de tierra, las caminatas, la exigencia sin explicación, y me di cuenta de algo: aunque yo ya había perdonado a mi padre por muchas cosas —su alcoholismo, su ausencia en momentos clave— nunca había entendido, ni sanado, esta parte específica. Y en el fondo, quizás le guardaba resentimiento por ello.



Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; Mas ahora guardo tu palabra. Salmo 119:67 RVR1960



Esa tarde hice las paces de verdad con mi papá. Agradecí. Lloré. Acepté. Porque entendí que esas actividades sin sentido no eran castigos ni caprichos. Eran herramientas. Dios, incluso en la debilidad de mi papá, estaba formando algo en mí.Gracias a esas “inútiles” caminatas, pude en una ocasión caminar más de 30 kilómetros desde la ciudad de Guatemala hasta Amatitlán, sin un centavo en el bolsillo, solo para ver a mis hijos. Otras veces lo hice en bicicleta, sin quejarme aunque si fui víctima de unos calambre descomunal, que me hicieron pausa, pero no detenerme.. Porque ya había sido entrenado en lo invisible.



porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse. Así que dejen que crezca, pues una vez que su constancia se haya desarrollado plenamente, serán perfectos y completos, y no les faltará nada. Santiago 1:3-4 NTV



Hoy entiendo que muchas veces Dios nos hace pasar por procesos que no comprendemos. Tareas que parecen inútiles, que cansan, que no tienen explicación inmediata. Pero la obediencia —incluso sin sentido aparente— produce frutos eternos. Como cuando tuve que hacer mi inventario moral, escribir mi historia y escudriñar lo más profundo de mi corazón. Encontré acuerdos inconscientes, fortalezas mentales que levanté como mecanismos de defensa, o como formas rebeldes de desafiar al Creador. No con palabras, sino con actitudes. Reclamando, quizá, por cómo gobierna el universo.



Jesús le respondió: —Ahora no lo entiendes, pero algún día lo entenderás. Juan 13:7 NTV



Todos, en algún momento, sacamos tierra de una montaña que no se acaba. Tal vez estamos caminando en medio del polvo, sin saber adónde lleva todo esto. Pero no es en vano. Lo que hoy parece sin propósito, mañana será tu testimonio. Lo que ahora te cansa, mañana te sostendrá. Lo que hoy parece absurdo, Dios lo convertirá en fuerza, carácter y fe. Y si aún no te ha tocado, Él —quien comenzó la buena obra en ti— sabrá cómo revelarte esa faceta de tu vida que quedó inconclusa o que aún necesita ser formada.



Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos. Romanos 8:28 NTV



ORACIÓN:

Dios, tú formas carácter en lo que no entendemos. Todo aquel que desee seguirte, en algún momento, vivirá la obediencia sin sentido: esa que nace como fruto de confiar en tu amor, tu sabiduría y tu carácter.Gracias por el papá que tuve, y gracias por el maravilloso Padre que eres. No desperdicias ninguna experiencia. Eres capaz de convertir la maldición en bendición. Gracias por tu cuidado y paciencia al darle forma a mi vida. Amén.


Lily & Ray


No hay comentarios: