¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡El tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra: Qué haces?; o tu obra: ¿No tiene manos? Isaías 45:9 RVR 1960
La sangre
le hervía de tal forma que el rostro estaba totalmente enrojecido. La cara se
le desfiguraba y su querella se amotinaba dentro de la boca, como un volcán a
punto de erupcionar. El trepidar de sus manos y piernas apenas le permitía
mantenerse en pie. La furia, que parecía tener su epicentro en las entrañas,
bombeaba fuerte a su cabeza que estaba a punto de estallar.
Las
palabras salían como mortíferas saetas, sin control ni meditación. Vaciando
todo el resentimiento acumulado en su corazón. Estaba harto. Al abrir la boca
el reclamo salpicaba gotas de saliva, misma que se acumulaba en las comisuras
de sus labios, como un perro rabioso. Vociferó, increpó y acusó a su remitente.
El tan solo era un emisario portador de una noticia de muerte y castigo, pero
se sentía el juez encargado de dar un veredicto.
Jonás se
enojó muchísimo, pues no le gustó que Dios hubiera perdonado a la gente de
Nínive. Muy molesto, le dijo a Dios: —¡Ya lo decía yo, mi Dios, ¡ya lo decía
yo! Hiciste lo que pensé que harías cuando aún estaba en mi tierra. Por eso
quise huir lejos de ti. »Yo sé que eres un Dios muy bueno; te compadeces de
todos y es difícil que te enojes. Eres tan cariñoso que, cuando dices que vas a
castigar, después cambias de opinión y no lo haces. Jonás 4:1-2 TLA
Exhausto y
ofuscado y usando la ira como combustible, rechinando un poco los dientes, se
dio a la tarea de construir un refugio y ahí esperar que el desastre viniera
sobre la ciudad a la cual le había anunciado la calamidad. Fruncía la boca,
mientras mascaba tallos de hierba, sus dedos golpeaban el suelo provocando un
sonido parecido al galope de un caballo.
Un monologo
interior repetía las razones por las que era justo y necesario la destrucción
de aquella ciudad, capital del imperio asirio, el cual era uno de los más
crueles y violentos de la antigüedad. Llanuras enteras llenas de cadáveres y
ciudades quemadas completamente hasta sus cimientos, eran el rastro que dejaban
a su inmisericorde paso. ¿Por qué perdonarlos? Se decía para sus adentros,
mientras el chasquido de una rama destrozándose entre sus manos, rompía el
silencio. Era el reflejo de la impotencia que sentía.
y cuando
salió el sol, Dios mandó un viento tan caliente que el pobre Jonás casi se
desmayaba. Era tanto el calor que Jonás quería morirse; por eso gritó:
—¡Prefiero morir que seguir viviendo! Jonás 4:8 TLA
Todos
llevamos un Jonás dentro nuestro, cuando las cosas no suceden como nosotros
pensamos o deseamos, llegamos a irritarnos con Dios y nos encontramos en la
disyuntiva de seguir confiando en él o cambiamos al plan B, nuestra forma. Cuando
esto sucede tenemos que decidir: ¿Creemos que Dios sabe qué es lo mejor, o
somos nosotros? Pero en muchas ocasiones nuestro corazón ya ha determinado que
nosotros sabemos qué es lo mejor. Dudamos que Dios sea bueno y, por eso,
si no podemos ver una buena razón para algo que Dios diga llagamos a la
conclusión que no la hay.
El tonto
fracasa en todo, y luego dice: «¡Dios tiene la culpa!» Proverbios 19:3 TLA
Muchas
otras veces tomamos malas decisiones y terminamos culpándolo a Dios. Nuestros
caprichos pueden llevarnos a situaciones desastrosas y podemos argumentar que
preguntamos a Dios antes de actuar. Puede que preguntáramos, pero nunca tuvimos
la intención de obedecerlo, solo buscábamos su aprobación en algo que teníamos
completamente decidido.
«Pueblo
de Israel, ¿acaso no puedo hacer con ustedes lo mismo que hace este alfarero
con el barro?», afirma el Señor. «Ustedes, pueblo de Israel, son en mis manos
como el barro en las manos del alfarero. Jeremías 18:6
Al comenzar
un año es un buen momento para dejar que Dios ablande nuestro corazón, y vuelva
a ser como barro, rendirnos ante él y dejar que nos modele de nuevo, según su
forma. Tener nuestra mente abierta para renovar nuestro entendimiento, dejar lo
viejo atrás, evaluar nuestra actitud haciendo un inventario moral, aprovechar a
conocer más y mejor a Dios, descubriendo las oportunidades que se vienen por
delante. Dejar de ser un tiesto, frágil y deteriorado, un retazo y convertirnos
en una nueva creación.
Por lo
tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha
llegado ya lo nuevo! 2 Corintios 5:17
Aprender de
las lecciones pasadas es importante, pero enfocarnos en lo que está por venir
es mejor aún, poner atención a lo que Dios tiene que decir y obedecer en confianza,
sabidos que la misericordia y el amor son sus principales motivos. Verlo en
medio de todas nuestras situaciones y hacerlo Señor de nuestra vida, no solo
salvador, nos dará la oportunidad de conocerlo mejor y a su gran amor.
Hermanos,
no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando
lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo
avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su
llamamiento celestial en Cristo Jesús. Filipenses 3:13-14
ORACIÓN:
Padre,
tantas veces que he sido parecido a Jonás, escapando de tu propósito y con
intenciones ocultas dentro de mí. Al comenzar este ciclo me rindo a ti, te pido
que vuelvas a moldear mi carácter y me des un corazón obediente y compasivo,
extendiendo misericordia a todos, incluso a aquellos que me parece que no
merecen recibirla y recordando que yo tampoco la merecí. Amén.
Ray &
Lily
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