Sigan amándose unos a otros fraternalmente. No se olviden de practicar la hospitalidad, pues gracias a ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles. Hebreos 13:1-2 NVI
Aunque soy
oriundo de un país cafetalero, no crecí con una cultura de tomar café, al menos
no de buena calidad. Mi primera papilla, cómo la del resto de mis 9 hermanos,
fue hecha con una mezcla de pan dulce y café. Con el tiempo y la edad fui
desarrollando un gusto especial por esta bebida y aunque no soy experto, algo
he aprendido de la cultura barista y tengo mi pequeña esquina del café en casa.
Recientemente
mi hija Pamela y su esposo Fernando, me trajeron de regalo una V60, la cual
consiste en un cono cerámico, parecido a una taza de café, con una abertura en
la base y ranuras en las paredes internas que, al ponerle un filtro de papel
especial, permite que el agua fluya a través del café de manera uniforme. Es
una coquetería que vino a hacer equipo con otros regalos: un molino y un blend
especial, creado por una marca guatemalteca con motivo de las fiestas de fin de
año.
Esto
provocó un aumento en mi consumo de este elíxir líquido, lo que me llevó a
pretender que era la razón por la que estaba experimentando una aceleración en
mi ritmo cardiaco y un embotamiento mental. Aparición de recuerdos y
pensamientos, que cual quistes, no son malignos, pero crean cierto estorbo e
incomodidad. No es que me torturen o quiten el sueño que, dicho sea de paso, lo
tengo muy pesado. Aún así me he despertado en algunas madrugadas sin motivo
aparente.
Luego
Dios el Señor dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una
ayuda adecuada». Génesis 2:18 NVI
Finalmente,
después de 15 días caí en cuenta que no era el café el responsable, ni ninguna
otra sustancia que estuviera consumiendo, más bien es la carencia de mi esposa
la que me ha afectado en estos tiempos. Los humanos somos seres gregarios,
creados para vivir en relaciones, las cuales definen mucho de nuestra conducta
y estas noches sin ella me han mostrado la maestría del diseño divino.
Ella le
es fuente de bien, no de mal, todos los días de su vida. Proverbios 31:12 NVI
En
contraparte, he podido pasar tiempo con mi yerno y mi hija, disfrutando el observar
la interacción que genera su relación, las dinámicas para desarrollar su vida
en pareja, tomar decisiones y hacerse la vida mejor. No cabe duda de que lo que
recita Eclesiastés capítulo 4 es una gran verdad “Son dos mejor que uno”, no
dice más fácil, tampoco más cómodo, divertido o bueno, dice “mejor”. Hay un
bien mayor en todo esto.
Si caen,
el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante! Eclesiastés
4:10 NVI
La ausencia
de mi amada, de alguna manera me ha perturbado, pero me ha hecho reflexionar en
lo perecedera que es nuestra existencia física. Esas protuberancias mentales
que se han aparecido pueden ser debido al trauma emocional que causa el
desprendimiento definitivo de una persona, por lo que he debido ser más
intencional en reafirmar las relaciones eternas que tengo con Dios Padre, hijo
y Espíritu Santo.
Por
tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo
lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre,
hasta el fin del mundo. Mateo 28:19-20 NVI
Ser
bautizado significa ser sumergido, al profundizar en mi relación con la
trinidad quedó inmerso y cubierto completamente por su amor y fidelidad, lo que
guardará mi corazón (mente) de cualquier mal o pensamiento inútil que pueda
surgir. Aunque la unidad que hemos llegado a construir con mi esposa es buena y
parte del plan divino, el vínculo puede llegar a enfermarse si no está
sostenido en una relación más profunda con Dios.
Uno solo
puede ser vencido, pero dos pueden resistir. ¡La cuerda de tres hilos no se
rompe fácilmente! Eclesiastés 4:12 NVI
Al amarnos
mutuamente con mi esposa, nos volvemos hospitalarios de la presencia de Dios y
cumplimos roles como de ángeles el uno para el otro (perdón por lo alegórico).
Nuestro amor nos une y el amor de Dios nos protege incluso de la aflicción que
se sufre en la carne por la añoranza del otro. Creo que a eso se refería el apóstol
Pablo en el capítulo siete de la primera carta a los corintios, en sus consejos
matrimoniales.
Mas
también si te casas, no pecas; y si la doncella se casa, no peca; pero los
tales tendrán aflicción de la carne, y yo os la quisiera evitar. 1 corintios
7:28 NVI
Llegar a
ser una carne es una gran meta y cumplimiento de un diseño perfecto, llegar a
pensar igual, tener los mismos intereses y en definitiva buscar la misma meta
eterna es todo un desafío, pero más que eso es una promesa alcanzable, pero si
primero llegamos a imitar y encontrar la unidad con aquel que nos creó a su
imagen y semejanza. Dejar lo que éramos para convertirnos en uno solo.
Porque
nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como
también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y
de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a
su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; más yo digo
esto respecto de Cristo y de la iglesia. Efesios 5:29-32 NVI
Pero hay
una promesa mayor porque el matrimonio nos da felicidades muy
profundas, pero no nos da plenitud. Es lo que hemos recordado siempre. Puedo
trabajar fuerte para levantar una profesión, empresa, o cualquier otro motivo o
relación, pero de ninguna forma nos hace plenos. Podré tener felicidad, recursos,
pero no me darán plenitud. Lo único que le da al hombre plenitud es la
presencia de Dios en su vida.
hasta
que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a
un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; Efesios
4:13 NVI
ORACIÓN:
Gracias Jesús
por tu amor inagotable que sustenta todas las cosas y disipa cualquier duda o
temor que surja en mi mente. Depender de ti nos da una libertad tan grande que
nos permite relacionarnos de las maneras correctas con el resto de la
humanidad, incluyendo las personas más cercanas en nuestra vida. Quiero estar
cerca de ti para disfrutar de relaciones mejores y más saludables, pero por
sobre todo deseo tu plenitud. Amén.
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