LA CALAMIDAD

 Porque yo conozco los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor —, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.  Jeremías 29:11 NVI

 

No me había percatado, hasta que mi alumna me preguntó si estaba enterado de lo que acontecía en California. A decir verdad, mi vida transcurría en la cotidianidad y no era consciente de las noticias de los incendios recientes que llenaron las pantallas de televisión con imágenes desoladoras que rayaban en lo inverosímil, como extraídas de una versión apocalíptica de Hollywood.

 

Los cielos teñidos de un rojo intenso, producto de las llamas que consumieron bosques, hogares y comunidades enteras. El humo asfixiante y el estruendo de los helicópteros sobrevolando las áreas afectadas dejaron una marca imborrable en la memoria colectiva. Se percibía la desesperación de quienes lo habían perdido todo, en sus rostros reflejaban incredulidad, sumado a las polémicas de pólizas de seguro canceladas días antes.

 

Clamaste en la calamidad, y yo te libré. Te respondí en lo oculto del trueno. Te probé junto a las aguas de Meriba. Salmos 81:7 RVA 2015

 

Con mi medio siglo sobre el planeta, parece que mi margen de tolerancia a la calamidad (sobre todo si es ajena) se hace cada vez más grande, recuerdo la perplejidad que me azotó en la catástrofe de los atentados del 11 de septiembre de 2001, contra las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York. Luego en 26 de diciembre de 2004 el tsunami que afectó a más de una docena de países en Asia y África, causando la muerte de cerca de 230,000 personas. El terremoto en Haití con doscientas mil vidas perdidas en 2010 y la pandemia global del 2020 con 14.9 millones de muertes, solo por citar algunas. El caso es que va creciendo la indiferencia al dolor ajeno.

 

Cuando venga como tormenta vuestra calamidad, y vuestra desgracia llegue como torbellino, cuando os sobrevenga tribulación y angustia. Proverbios 1:27 RVR 1960

 

Todas estas tragedias nos llevan a reflexionar sobre el significado de la calamidad, tanto en el plano físico como en el espiritual. En todas ellas muchos se preguntan el papel que juega Dios en cada una, o su aparente indiferencia ante tales situaciones. Para una persona que enfrenta una situación así, el sentimiento de pérdida y desamparo puede ser abrumador. La incertidumbre sobre el futuro, el duelo por lo que se ha perdido y la sensación de vulnerabilidad son comunes. En medio de estas experiencias, el deseo de encontrar consuelo y esperanza se vuelve urgente.

 

Contra su propia voluntad, toda la creación quedó sujeta a la maldición de Dios. Sin embargo, con gran esperanza, la creación espera el día en que será liberada de la muerte y la descomposición, y se unirá a la gloria de los hijos de Dios. Romanos 8:20-21 NTV

 

Ninguno estamos exento de vivir el estado de desesperación y angustia que puede sobrevenir en cualquier momento, ya sea en tragedias de grandes proporciones, como situaciones familiares o personales, vivimos en un mundo caído que tiende a la destrucción, por lo que nadie escapa a la posibilidad de enfrentarse con tales adversidades. Pero, más allá de los desastres naturales o las crisis personales, la mayor calamidad que un ser humano puede enfrentar es estar alejado de Dios y Su propósito.

 

Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios. Romanos 3:23 RVR 1960

 

La Biblia enseña que estar lejos de Dios es el estado más peligroso y desolador. Esta separación de la fuente de vida, amor y protección divina es, sin duda, la más grande de las calamidades. La desobediencia nos alejó de Dios y nuestro pecado alcanzó a toda la creación. Esta calamidad no le fue indiferente a Dios, por lo que tuvo un plan para restaurar el orden original, es por lo que, también se nos ofrece la esperanza de la reconciliación con Dios a través de Jesucristo.

 

Esto responde el Señor: —Si regresas a mí te restauraré para que puedas continuar sirviéndome. Si hablas palabras beneficiosas en vez de palabras despreciables, serás mi vocero. Tienes que influir en ellos; ¡no dejes que ellos influyan en ti!  Jeremías 15:19 NTV

 

Un relato bíblico que ilustra una calamidad similar es la historia de Job. Job lo perdió todo: sus hijos, sus posesiones y su salud. En medio de su dolor, Job expresó su angustia, pero también su fe en Dios. A pesar de no entender completamente las razones detrás de su sufrimiento, Job declaró: "El Señor dio, y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor" (Job 1:21). Su historia nos recuerda que, incluso en medio de la más profunda calamidad, es posible encontrar esperanza en Dios.

 

Llevad los unos las cargas de los otros, y así cumpliréis la ley de Cristo. Gálatas 6:2 RVR 1960

 

Cuando presenciamos una calamidad desde la distancia, es natural sentirnos impotentes. Sin embargo, como cristianos, estamos llamados a actuar y a responder con compasión. Podemos actuar de varias maneras: ofreciendo apoyo financiero, orando fervientemente por los afectados y mostrando solidaridad con aquellos que sufren. Nuestro corazón debe responder ante la desgracia con empatía y acción. Debemos ser sensibles al dolor ajeno y estar dispuestos a extender nuestras manos en ayuda, reflejando el amor de Dios hacia los que están en necesidad.

 

No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Filipenses 2:4 RVR 1960

 

Hasta que todo sea restaurado, tendremos que lidiar con la calamidad, pues como lo expresa el apóstol Pablo en la carta a los romanos “la creación espera el día en que será liberada de la muerte y la descomposición, y se unirá a la gloria de los hijos de Dios. Pues sabemos que, hasta el día de hoy, toda la creación gime de angustia como si tuviera dolores de parto”. Con esto en mente y con esa esperanza, podemos enfrentar todo infortunio, con la certeza de que tenemos un Dios amoroso que ha provisto una solución definitiva a toda la calamidad.

 

Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Salmos 46:1 RVR 1960

 

ORACIÓN:

Señor, en medio de las calamidades que enfrentamos, tanto personales como globales, te pedimos que nos acerques a ti. Haznos sensibles al sufrimiento de otros y danos la fortaleza para actuar con amor y compasión. Que siempre encontremos en Ti nuestro refugio y que vivamos según Tu propósito, extendiendo Tu amor a los que están en necesidad, al menos con una oración. Amén.

 

Ray & Lily

 

https://www.youtube.com/watch?v=RgBKfuf8Wp0&list=RDRgBKfuf8Wp0&start_radio=1&rv=OjhOSnOHNig

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