'He aquí mi Siervo, a quien yo sostengo, mi escogido, en quien mi alma se complace. He puesto mi Espíritu sobre Él; Él traerá justicia a las naciones. No clamará ni alzará su voz, ni hará oír su voz en la calle. No quebrará la caña cascada, ni apagará el pabilo mortecino; con fidelidad traerá justicia.' Isaías 42:1-3 LBLA
El pasado 22 de septiembre sucedió el equinoccio de otoño en
el hemisferio norte del planeta (equinoccio de primavera en el hemisferio sur).
El origen de la palabra “equinoccio” es del latín aequinoctium (aequus nocte)
lo que significa “noche igual”. En ese momento del año el día y la noche tienen
la misma duración. La luz del Sol cruza el
Ecuador y sus rayos caen de igual manera sobre los dos hemisferios.
En nuestra Guatemala aún es una temporada marcada por
tormentas tropicales, sistemas de baja presión y huracanes, lo que se traduce
en una época con muchas precipitaciones pluviales. Esto aunado al cambio donde
los días comenzarán a ser más cortos y las noches más largas. Con eso y todo,
el primer día de octubre decidí viajar al trabajo en bicicleta, amaneció
despejado y entusiasmado como estaba me largué el viaje de 12 kilómetros.
Mi niño interior se divertía encontrando rutas alternas que
me permitieran reducir riesgos y distancias, así transcurrió la mayor parte del
recorrido, hasta que una brisa húmeda comenzó a empapar mi chaqueta. Era fina y
débil, pero tupida, hasta el punto de comenzar a escurrir en grandes goterones
desde el casco en mi cabeza. Por un momento me lamenté de mi decisión, aumenté
el ritmo pues me quedaba apenas un kilómetro para llegar a mi destino.
'Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al
que no tiene ningunas.' Isaías 40:29 RVR 1960
Así también en nuestra vida tenemos temporadas de claridad y
de sombra, tiempos en los que la luz parece apagarse, hasta llegar a un punto
de casi extinguirse. Puede que la oscuridad y el cansancio espiritual comiencen
a ganar terreno. La vida se nos hace un poco más pesada en los días grises que dilatan
nuestras pupilas produciendo cambios hormonales que nos inducen sueño y aletargamiento.
Para muchos este clima puede inducir, incluso, baches depresivos.
'Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En
el mundo tenéis tribulación; pero confiad, yo he vencido al mundo.' Juan 16:33
LBLA
Esa mañana brinqué a la calle, hice mis preparativos,
llevando los insumos e instrumentos necesarios para moverme en la patente
oscuridad de ese horario, aún así me asaltó esa lluvia repentina, la cual no consideré
(a pesar de que es su época). A decir verdad, Jesús siempre nos persuade
de estar preparados para sufrir aflicción, casi es una promesa de que así será.
Debemos presupuestar tormentas internas que nos desaniman y nos hacen sentir
como "cañas cascadas" o "pabilos mortecinos", casi apagados
(Isaías 42).
'Y si dijera: «Que me oculten las tinieblas; que la luz
se haga noche en torno mío». Ni las tinieblas serían oscuras para ti y aun la
noche sería clara como el día. ¡Lo mismo son para ti las tinieblas que la luz!'
Salmo 139:11-12 NVI
Sin embargo, Dios mantiene todo bajo control, no importando
la densidad y extensión de la oscuridad, Él puede alumbrarnos y sostenernos en
los días más oscuros y difíciles de llevar, hay una promesa de justicia y restauración,
el amor y la paciencia de Dios prevalece a pesar de las tormentas y momentos
donde nuestra fe parece flaquear, el Siervo fiel (Jesús) no alza su voz en
juicio ni condenación. En cambio, con ternura y paciencia, Él restaura nuestra
alma.
'me infunde nuevas fuerzas. Me guía por sendas de
justicia haciendo honor a su nombre. Aun si voy por valles tenebrosos, no
temeré ningún mal porque tú estás a mi lado; tu vara y tu bastón me
reconfortan.' Salmo 23:3-4 NVI
Los cambios de temporada, cómo el que marca el equinoccio,
son inevitables, aunque Dios tiene el poder para cambiarlos. Así también en nuestras
vidas, aun cuando parezca que estamos entrando en una temporada de oscuridad o
dificultad. Dios, como el fiel Siervo, siempre trabaja en nosotros para atraernos
hacia él. Tenemos sus promesas, pero no nos enamoramos de ellas, en esos
tiempos difíciles nos enamoramos de Él, porque logramos conocerle mejor. Puede
que nos sintamos débiles o inservibles pero el vínculo de amor permanece y su invitación
a recostarnos en su pecho donde somos restaurados y sostenidos por su amor.
'pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder
se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente presumiré más bien
de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo.' 2
Corintios 12:9 NVI
La fría lluvia de octubre comienza a colarse por las
comisuras de mis labios y algunas gotas resbalan por mi espalda. No hay nada
que pueda hacer para calmarla, excepto una oración, lo intento, pero no hallo
respuesta positiva. Estoy débil e indefenso ante la situación climática. Me
dejo ganar y recuerdo la diversión que en mi infancia causaba el chapotear bajo
la lluvia, comienzo a disfrutar la oportunidad y el poder sobre natural de Dios
me alegra, se ilumina mi rostro y me dispongo a comenzar el día con la certeza
de su compañía y respaldo, mi pábilo humeante cobró fuerza y vuelve a brillar.
'La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a
ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden.' Juan 14:27 NVI
ORACIÓN:
Señor, en medio de las temporadas de dificultad, cuando
nuestra fuerza parece desvanecerse, ayúdanos a recordar que Tú nunca nos
abandonas. Gracias por sostenernos en tu amor, incluso cuando somos como cañas
quebradas o pabilos mortecinos. Restaura nuestro corazón y aviva nuestra fe con
tu gracia infinita. Danos la paz que solo Tú puedes ofrecer, y guíanos hacia la
luz de tu presencia. Amén.
Ray & Lily
https://www.youtube.com/watch?v=1Mtss3j7A2w&list=RDMM&start_radio=1&rv=ugr2_ZOFv68
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