Todavía estaba oscuro cuando Jesús se acercó a la barca. Iba caminando sobre el agua. Los discípulos lo vieron, pero no lo reconocieron. Llenos de miedo, gritaron: —¡Un fantasma! ¡Un fantasma! Mateo 14:25-26 TLA
Primer día del
año 2024, es la 1:00 de la mañana y las sábanas de la cama de hotel dónde nos
hospedamos parecen una enorme telaraña que me aprisiona y no me quiere soltar.
Giro de un lado a otro, sobre el eje de mi cuerpo y logro espabilar el sueño
que amenaza con dejarme confinado en la habitación. Escucho el murmullo de las
voces de los chicos en el pasillo, entre ellas identifico la de mis dos hijas
mayores, Sindy y Pamela, también la de su prometido Fernando, mi futuro yerno.
Hay una patente excitación por la aventura que se avecina. También identifico
la voz de Pedro, el amigo dominicano con su marcado acento caribeño.
Habíamos llegado
el día anterior, después de sortear los 180 kilómetros del trayecto, los cuales
incluían un zigzag de 17 curvas en un descenso bastante vertiginoso. Nuestro
buen Timoteo (así bautizamos el Chevrolet Spark dónde viajábamos) mostró un
gran desempeño en el trayecto, no sabíamos cómo nos iría en el ascenso del
regreso. El pequeño y pintoresco pueblecito, está abarrotado de pequeños
locales de oferta gastronómica y agencias turísticas que anuncian paseos y
viajes de toda índole.
Por las calles y
el camino, pudimos observar gran cantidad de templos y rótulos que recitaban
“Jesús es El Señor de San Pedro La Laguna”, esto último chocaba con el mercadeo
creciente de la fiesta de año nuevo que muchos, en su mayoría turistas
nacionales y extranjeros, se preparaban para celebrar. Las estrechas calles de
la zona estaban plagadas de peatones, motocicletas y los famosos “rickshaws”,
más conocidos como “Tuk Tucks”, que funcionan como taxis.
La apacible calma
del majestuoso lago de Atitlán, el paisaje montañoso, la densa vegetación y el
esplendido cielo que sirve como telón de fondo, contrastan con el enorme
movimiento que se agita en la localidad. Creo que es la razón por la cual
algunos han rebautizado el lugar como “San Pedro La Locura”, convirtiéndolo en
una simbiosis de emociones que invitan a la meditación o desinhibición.
Listos para el
asalto
Ya son las 2:00
am, cuando Pascual y Juan Diego, los guías asignados, se aprestan para dar las
últimas indicaciones antes de comenzar el ascenso. Llevamos nuestras lámparas y
las provisiones de líquido y alimento para la travesía. Los ánimos están en su
punto más álgido y comenzamos la caminata entre los restos de cafetales y la
siembra de maíz. Mi corazón palpita a un ritmo moderado, los abrigos que
llevamos comienzan a generar más calor del que pensamos y la sensación de
sofoco comienza a hacer presa de algunos de nosotros.
De los 11 que
conformamos la expedición (incluyendo los guías) algunos comenzaron a rezagarse,
por lo que el resto se detenía continuamente para reagruparnos y tratar de
mantener la unidad del conjunto. Venía a mi cabeza la frase “Somos tan rápidos
como el más lento de nuestro equipo” mientras llegábamos a la marca de 2,000
metros sobre el nivel del mar. Las conversaciones aminoraban por la necesidad
de dosificar el oxígeno en nuestros cuerpos. A excepción de Pascual y Juan
Diego, todos resoplábamos emanando volutas del aire caliente saliendo por
nuestras bocas.
La verdad,
«más valen dos que uno», porque sacan más provecho de lo que hacen. Además, si
uno de ellos se tropieza, el otro puede levantarlo. Pero ¡pobre del que cae y
no tiene quien lo ayude a levantarse! Eclesiastés 4:9-10 TLA
Junto a mi amada
hicimos un entrenamiento mínimo, previo a la subida, pero no suficiente para
estar en condiciones óptimas. Aun así y gracias a la paciencia general del
grupo, no me estaba exigiendo demasiado, hasta que pasamos los 2,500 metros de
altura. En ese punto dos de las chicas comenzaron a rezagarse un poco más y mi
esposa a incomodarse. Primero el calzado, luego las piernas cansadas y la
respiración que se dificultaba por el cambio de la presión barométrica.
Después de la última
parada en un área de acampar, se hizo más evidente la diferencia de condición
física de los integrantes. Los dos chicos que cuentan con menos de 30 años llevaron
la delantera, marcada por el paso de Juan Diego. El amanecer ya se acercaba y
esto generó más presión, pues era uno de los objetivos avistar la alborada. Mi esposa
me insistió, en más de una ocasión, que avanzara con el grupo del frente, a lo
cual me opuse firmemente, argumentando que no llegaría sin ella hasta el final
y que si permanecíamos juntos teníamos más posibilidades de llegar, aunque
fuera a destiempo.
Los dos
vivirán como si fueran una sola persona. Así que, los que se casan ya no viven
como dos personas separadas, sino como si fueran una sola persona. Marcos 10:8
TLA
Yo conocía las
motivaciones reales de mi esposa para estar en ese lugar. Más que la aventura y
pasión por la naturaleza, fue movida por amor a mi persona y mis hijas. Sindy
está en una transición laboral y Pamela está próxima a casarse, por lo que compartir
tiempo con ellas se nos hace vital. Ella no me dejará pasar esta etapa solo y
yo no llegaré a la sima sin ella. Ya no somos seres individuales, somos una
sola carne.
Fuimos 4 los rezagados
y Pascual cuidaba nuestra retaguardia, brindando ánimo a cada paso. Aún así,
las piernas temblorosas y la mente brumosa hacían que aparecieran fantasmas en nuestros
pensamientos. Mas de uno se preguntó si fue buena idea el estar allí y haber
aceptado la invitación.
Y Jesús le
dijo: —¡Ven! De inmediato Pedro bajó de la barca. Caminó sobre el agua y fue
hacia Jesús. Pero cuando sintió la fuerza del viento, tuvo miedo. Allí mismo
empezó a hundirse, y gritó: —¡Señor, sálvame! Entonces Jesús extendió su brazo,
agarró a Pedro y le dijo: —Pedro, tú confías muy poco en mí. ¿Por qué dudaste?
Mateo 14:29-31 TLA
El apóstol Pedro
fue asaltado por las dudas cuando tuvo que caminar sobre el agua, la fuerza de
la naturaleza lo intimidó y lo mismo hacía con nosotros aquel día. Las piernas trémulas y el temor de claudicar
fueron paliados por la confianza de los guías que conocían el camino e indicaron
que ya estábamos muy cerca. Pusimos nuestra confianza en sus palabras, así cómo
Pedro en las de Jesús. Y continuamos el trayecto mientras el sol ya comenzaba a
estirarse en el horizonte.
En cuanto los dos subieron a la barca, el viento dejó de
soplar. Todos los que estaban en la barca se arrodillaron ante Jesús y le
dijeron: —¡Es verdad, tú eres el Hijo de Dios! Mateo 14:32-33 TLA
Acurrucados en la rocosa sima del Volcán San Pedro, todos
pudimos disfrutar de un exquisito amanecer a las 5:30 am. Celebramos
compartiendo los alimentos que llevábamos. La sonrisa en el rostro de todos
valió más que una oración, el sombro de la belleza en la creación y la
espectacular vista puede convencer a cualquiera de la existencia de Dios. —¡Lo
logramos! Nos dijimos los unos a los otros y el silbido del viento hacía eco a
la afirmación. —¡Lo logramos! Me dijo Jesús en un susurro.
Después del terremoto hubo un fuego. Pero Dios tampoco
estaba en el fuego. Después del fuego se oyó el ruido delicado del silencio. Cuando
Elías lo escuchó, se tapó la cara con su capa, salió y se quedó a la entrada de
la cueva. En ese momento Elías escuchó una voz que le preguntó: —¿Qué estás
haciendo aquí, Elías? 1 Reyes 19:12-13 TLA
ORACIÓN:
Padre, queremos escalar por encima de los temores y toda
preocupación, ponemos nuestra fe en Ti Señor. Confiamos que nos guías por el
camino que debemos seguir. Estamos convencidos de que tienes cuidado de
nosotros y no te son desconocidas las cosas que nos conciernen. Tu eres Señor
sobre todas las cosas y cuando la duda y el temor nos asaltan, caminos sobre
toda circunstancia, invitándonos para hacer los mismo contigo. Ponemos nuestra fe
en lo que es verdadero y justo, pues tú lo eres. Amén.
Ray & Lily
https://www.youtube.com/watch?v=Cztzl50gM3U
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