'—Señor —dijo Felipe—, muéstranos al Padre y con eso nos basta. 'Juan 14:8 NVI
En los peores días de mi vida, no por lo que pasaba exteriormente,
más bien por el cúmulo de situaciones que se arremolinaban dentro de mí, recibí
esa llamada de mi hermano Javier, quien me sigue en orden cronológico de entre los
10 hermanos y hermanas que somos. Sus palabras eran un tanto ásperas, o así las
percibí yo, debido al deplorable estado emocional que manejaba en ese momento. El
gélido invierno europeo estaba a punto de llegar a su momento más álgido, lo
cual me entumecían las extremidades y hasta las ideas. Pero lo que mi consanguíneo
tenía que decirme me congeló la sangre.
Pedir ayuda a un hermano menor, no era la constante en mi
vida, me había acostumbrado a ser el hermano salvavidas, con ínfulas de héroe y
una solapada arrogancia difícil de detectar, o al menos invisible desde mi
punto de vista, lo que la herramienta de la ventana de Johari define como “área
ciega”. El baño de humildad que significó aquella temporada del 2010 no tiene
parragón. Aunque no recuerdo las palabras con exactitud, puedo parafrasearlas, él
me dijo: - Juan Carlos, es mi hermano del alma, pero vos fuiste más que eso,
fuiste todo lo que mi papá no fue para mí-. Y continuó hablando, pero esta
frase fue la que me caló y viéndola en perspectiva, aún me cala.
'Un amigo es siempre leal, y un hermano nace para ayudar
en tiempo de necesidad.' Proverbios 17:17 NTV
Mis hermanas se unieron y con sus ahorros extendieron su
mano para ayudar. Ya en Guatemala fuero mis hermanos Leonardo (el menor) y Juan
Carlos, quienes me apoyaron dándome una residencia. No hubo casa de mi familia
que no me sirviera de morada temporal, prácticamente pernocté en el hogar de
cada uno de ellos. Alimentos, un lecho, ropa limpia y sus oídos para escucharme
fueron como vendas que ayudaron a sanar mi roto corazón. También contribuyeron
a derrumbar mi jactanciosa vanidad de hermano salvador. Todos se comportaron
como esos hermanos que nacieron para mi tiempo de angustia.
'Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su
hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no
puede amar a Dios, a quien no ha visto. Y él nos ha dado este mandamiento: el
que ama a Dios, ame también a su hermano.' 1 Juan 4:20-21 NVI
Aprender a recibir en diversos lenguajes fue todo un desafío,
compartir el amor de Dios lo fua aún más, pues descubrí que no era de lo mío
propio que compartía, más bien dejaba correr el caudaloso torrente que del
cielo caía sobre mí. Comprendí que no era padre y mucho menos Dios. Había
pasado la mayor parte de mi existencia adulta jugando a interpretar esos roles,
usurpando de esa forma un lugar que no me fue asignado. Aprendí a ser hermano.
'Porque a los que Dios conoció de antemano, también los
predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el
primogénito entre muchos hermanos.' Romanos 8:29 NVI
La bendición más grande, después de haber conocido a Jesús
como mi salvador, fue conocerlo cómo hermano. Él dejó de ser el unigénito hijo
de Dios y por amor a nosotros convertirse en el primogénito, cuya función es
conducirnos al creador del Universo. Dejó todos sus privilegios y vivió
exactamente en las mismas condiciones que nosotros, para mostrarnos esa ruta
que nos devuelve a Dios como Papá. Tan cercano, tan dulce, tan íntimo,
totalmente accesible y amoroso. No vino a sacarnos del mundo, sino a enseñarnos
a vivir como hijos, dentro de este mundo.
' —Yo soy el camino, la verdad y la vida —contestó
Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí.' Juan 14:6 NVI
Fue Jesús quien me modeló esa cercanía al Padre, tan
vulnerable delante de él, tan auténtico, sin dobleces, pero también deferente,
respetuoso y honrando siempre, no solo con palabras sino con su conducta todo
lo que nuestro Padre es. El temor
reverente basado en el amor que mostró es inigualable, pero también la proximidad,
amistad y comunión que compartía, son el mejor ejemplo que tenemos para
relacionarnos con ese Dios omnipotente, omnisciente y omnipresente, pero cercano
a los que le buscan.
' »Ustedes deben orar así: »“Padre nuestro que estás en
el cielo, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra
como en el cielo.' Mateo 6:9-10 NVI
Me encanta como responde Jesús a los discípulos cuando estos
le demandan que les enseñe a orar. No se apropió de su título de unigénito,
sino que comienza diciendo “Padre nuestro” como compartiéndolo. Me he
sorprendido en más de una ocasión, orando en grupo, diciendo padre mío, casi egoístamente,
como si los demás no tuvieran acceso a ese privilegio. Todo lo que Jesús hacía
apuntaba a que desarrollamos esa relación íntima y personal con Dios cómo papá.
Pues sabía que de ella depende nuestro éxito en esta vida y la siguiente.
Nunca se puso en un plano de superioridad o como si su forma
de vida y logros fueran inalcanzables, es más, declaró abiertamente que cosas
mayores a las que he logró haríamos nosotros. Cero jactancias, nunca se reveló
como un modelo inalcanzable, más bien nos invitaba a vivir en su nivel, e
incluso superar algunos de sus logros, confiando la obra de expandir la iglesia
a nosotros, con la misma mansedumbre que él lo hizo. Mostrándonos al mundo cómo
hermanos, extendiendo la misma confianza que el ha tenido en nosotros y conduciéndolos
a tener esa relación cercana, cómo que ninguna otra opinión y aprobación importe
más que la que recibimos de Papá Dios.
'Dios —para quien y por medio de quien todo fue hecho—
eligió llevar a muchos hijos a la gloria. Convenía a Dios que, mediante el
sufrimiento, hiciera a Jesús un líder perfecto, apto para llevarlos a la
salvación. Por lo tanto, Jesús y los que él hace santos tienen el mismo Padre.
Por esa razón, Jesús no se avergüenza de llamarlos sus hermanos, pues le dijo a
Dios: «Anunciaré tu nombre a mis hermanos. Entre tu pueblo reunido te alabaré».'
Hebreos 2:10-12 NTV
Que decir de todos los hermanos nuevos que me ha regalado,
compartimos la fe, al hermano primogénito y al mismo Padre. Son un regalo
excelso, tan diferente el uno del otro, con dones y temperamentos tan diversos
como la vida en la Gran Barrera de Coral en Australia. Increíblemente
compartimos el mismo futuro y la misma promesa de estar un día cara a cara con
nuestro verdadero Padre que, dicho sea de paso, increíblemente y de entre todas
sus facetas y características, decidió mostrarse primeramente como Padre. Será
porque sabe que somos un mundo que vive en la orfandad.
Desayuno del día del padre
Sábado por la mañana, con mis ruidos matutinos despierto a
mi hija Pamela, la segunda de seis. La noche anterior fue nuestra huésped, después
del viaje, de dos etapas sumando cerca de 20 horas en ruta, que la condujo
desde el sitio maya llamado Rio azul en el noreste del departamento de Petén, casi
colindando con las fronteras de México y Belice, hasta Guatemala. Le hablo suave
y nos alistamos rápidamente, evitando despertar a mi amada esposa Ileana.
Partimos con algunos de sus menajes rumbo al municipio de
Amatitlán, ahí nos reuniremos con sus otros dos hermanos, Sindy y Emanuel, para
compartir el desayuno. Fue un tiempo hermoso platicando, comiendo, jugando y riendo.
Celebramos el día del padre, que privilegio tan hermoso es ser llamado así, y
hoy caigo en cuanta de la humildad de Dios al dejarme compartir ese título.
Más tarde me habló Abigail, la menor de todos, y charlamos
un rato mientras viajaba de regreso a la ciudad. Que hermoso es representar al
mejor papá de todos, ser ese simulacro que les ayude a conocer el carácter de
Dios. Es a ellos a quienes primariamente debo modelarles la imagen de mi papá,
así cómo lo hizo Jesús conmigo.
'Jesús le contestó: —¡Pero, Felipe! ¿Tanto tiempo llevo
ya entre ustedes y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí ha visto al
Padre. ¿Cómo puedes decirme: “Muéstranos al Padre”? ¿Acaso no crees que yo
estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que yo les comunico,
no las hablo como cosa mía, sino que es el Padre que está en mí, quien realiza
sus obras. Créanme cuando digo que yo estoy en el Padre y que el Padre está en
mí o al menos, créanme por las obras mismas.' Juan 14:9-11 NVI
ORACIÓN:
Gracias Padre por mostrarte en esa faceta a mi vida, ha sido
un pasar del tiempo deleitoso contigo, hoy te pido por todos aquellos que no
han tenido la oportunidad de conocerte de esta manera, para que se abran las
posibilidades y finalmente vuelvan a tus brazos, pues no hay mejor lugar.
Jesús, cuanto tengo que agradecerte, no puedo imaginar un mejor hermano y amigo
que tú. La compañía, el ejemplo, la paciencia y amor conque me has guiado de
vuelta al Padre, no podré pagarlo nunca, es más, tú lo pagaste con tu sangre. Sígueme
enseñando a ser como tú, un hermano que no se avergüenza de mí. Te amo. Amén.
Ray & Lily
https://www.youtube.com/watch?v=16pWv3m0tqg
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