Lo único que le pido al Señor —lo que más anhelo— es vivir en la casa del Señor todos los días de mi vida, deleitándome en la perfección del Señor y meditando dentro de su templo. Salmos 27:4 NTV
Es viernes y salgo
más tarde que lo acostumbrado, aún así la oscuridad domina la mañana. Las luces
de los autos tienen copada la ruta al trabajo, todos con la premura de evitar
la hora más congestionada del tránsito guatemalteco. La gelidez del viento me rodea el cuello y se
ancla en mi nuca. Hay cierto insomnio en mi ser, aunque creo que sonambulismo
sería un término más acertado para describir el sentimiento que me embarga,
desde hace algunos días.
Me percato que
dejé mi impermeable al observar la horda de motociclistas que atestan el carril
central (imaginario) de la calzada, muchos tomaron la precaución de portar los
atuendos adecuados al cumplimiento del pronóstico que anticipa lo probabilidad
de lluvia. Levanto la mirada y percibo que el cielo está a punto de vomitar una
brisa helada. Las nubes se me cuelan en la mente y siento el sopor de las
tareas pendientes.
Lo espero, lo
anhelo, pero hace días que no llega, la fuente de mi inspiración ha estado
ausente ¿o lo he estado yo? El desvelo
de la noche anterior me dará un espacio en esta jornada. Debo ser diligente en
luchar por ese tiempo que me permita inhalar de su aliento, el cual sopla vida
en mi y al entorno en que me muevo.
'De repente,
se oyó un ruido desde el cielo parecido al estruendo de un viento fuerte e
impetuoso que llenó la casa donde estaban sentados.' Hechos de los Apóstoles
2:2 NTV
De repente
Ya en mi segunda
clase del día el cielo se despeja, también mi clarividencia y comienzan a
correr ideas que se hilvanan y entretejen, recuerdo un artículo que escribí en
abril del 2021 sobre las adicciones. Puedo reconocer y sentir esa presencia
exquisita que estimula mis sentidos y me hace deleitarme en meditaciones
sencillas que evolucionan mientras un susurro me va conduciendo a verdades que
devuelven el verdor a mi existir. Dos ideas más. Cojo mi móvil y en el blog de
notas las apunto, ya no puedo confiar únicamente en mi memoria.
'Y después del
terremoto hubo fuego, pero el Señor no estaba en el fuego. Y después del fuego
se oyó un susurro suave y apacible.' 1 Reyes 19:12 NBV
Soy adicto a esa
presencia, a esa comunicación, a ese flujo que da inercia, que me impulsa
cuando la apatía e ingratitud amenazan con congelarlo todo. Anoche me lo
comentó mi amigo Wilver, aunque nuestras generaciones son distantes, el vínculo
que se ha formado nos permite hacernos preguntas y contarnos algunas cosas. Dejé
mi papel de mentor y me vi reflejado en su agonía, mientras narraba que su sed,
por la presencia de Dios, parecía no ser saciada por la pequeña filtración a
gotas que estaba experimentando. Fue esperanzador cuando concluyó diciendo -Hoy
me volví a sentir sumergido en él. Y esta mañana fue mi turno.
'Pero los que
esperan en el Señor renovarán sus fuerzas: emprenderán vuelo como si tuvieran
alas de águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no desfallecerán.' Isaías
40:31 NBV
Es verdad que
todos somos adictos, nos hacemos adictos a las drogas, a los cigarrillos, al
alcohol, al juego, a los sedantes, a la ira, a la conexión permanente a las
redes sociales, a comprar, a la televisión
y a la comida. Y que decir de las relaciones, creamos dependencia a personas o
a la constante comunicación con ellas por todos los medios posibles. Podemos convertirnos
en trabajólicos y ser adictos a la productividad. Uf! Enlistar las
posibilidades sería interminable; Adictos al qué dirán, al éxito y la trascendencia;
las creencias e idealismos. Casi podemos crear dependencia a cualquier cosa
tangible o abstracta.
Jeff Foster lo
expresa de esta manera “Somos adictos a objetos materiales, a sustancias, a
sistemas de creencias, a otras personas, pero en la raíz de todas estas
adicciones está nuestra adicción principal: la adicción a nosotros mismos.
Somos adictos al relato de “mí”. Somos adictos a mantener esa imagen de
nosotros y a defenderla a muerte, a realizar trabajos constantes en esa imagen,
a mejorarla, comparándola y contrastándola con otras imágenes; a crear la
imagen perfecta, a completarla antes de morir y a asegurarnos de que los demás
tengan esa imagen de nosotros incluso después de que hayamos muerto. En este
sentido, todos somos adictos, nos guste o no, tengamos o no un diagnóstico
clínico de adicción.”
'Ciertamente,
yo soy la vid; ustedes son las ramas. Los que permanecen en mí y yo en ellos
producirán mucho fruto porque, separados de mí, no pueden hacer nada.' Juan
15:5 NTV
Lejos de Jesús
somos almas errantes e insaciables, nunca estaremos plenos y satisfechos,
fuimos creados para vivir en dependencia de la fuente de vida y mientras no
encontremos esa conexión, seguiremos inventando cosas para tratar de saciar esa
sed. Adheridos a él tenemos acceso a una fuente inagotable de vida que no deja
de fluir. Toda la sabiduría, todo el placer, todo el amor, toda la gloria, todo
el honor; todo se encuentra en él.
'El último día
del festival, el más importante, Jesús se puso de pie y gritó a la multitud:
«¡Todo el que tenga sed puede venir a mí! ¡Todo el que crea en mí puede venir y
beber! Pues las Escrituras declaran: “De su corazón, brotarán ríos de agua
viva”».' Juan 7:37-38 NTV
The chemical
between us
Entre las cosas
que pasaron por mi mente esta mañana, resonó el título de una canción de mi
juventud “La química entre nosotros”, literalmente es como que una sustancia
química nos uniera, me vuelvo adicto a ella, es mi diseño, y cuando no la tengo,
un neuroticismo comienza a tomar el control (o descontrol) y vuelvo a
convertirme en esa persona que me desagrada. El no escribir nuestro devocional
semanal (después de casi 3 años) fue el fondo que toqué para reaccionar.
Soy un adicto, un
dependiente de esa comunicación, de esa química y no quiero apartarme de ella.
Su presencia es lo que necesito, corro a ella, me desespero sin ella y solo
encuentro la estabilidad física, emocional y espiritual, en ella. Fui creado
para vivir en su presencia. Estoy diseñado para que su sustancia habite en mí.
'¿No saben que
ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?' 1
Corintios 3:16 NVI
ORACIÓN:
Señor, que bueno
es habitar en tu abrigo y disfrutar de tu compañía. Gracias por estar siempre
ahí esperando por mí, cuando decido volver a mi sano juicio y hacer el camino
que me lleva de regreso a ti. Soy insensato cuando pienso que puedo salir
adelante solo. Te necesito, esa es la gran verdad y no quiero estar lejos de ti,
porque allí soy nada. Quiero vivir en la plenitud de tus promesas. Amén.
Ray & Lily
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