«Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.» génesis 32:26-28 (RVR 1960)
Los nombres con que me bautizaron hacían honor a mi abuelo,
el primero, y a mi padre, el segundo. Fueron motivo de burla y escarnio en mi niñez
y muchas veces deseé poder cambiarlos. No entendía porque debía vivir bajo la
sombra de mis antepasados.
Mi familia me llamaba Mundo y esto se prestaba a muchos más
juegos de palabras y burlas. En la escuela me llamaban por mi apellido y eso lo
hizo más tolerable. Ya en mi adolescencia comenzaron a llamarme simplemente Ray
y eso creo una distancia, sobre todo con la imagen de mi padre, a quién admiré
enormemente en mi primera infancia, pero que luego detesté ser tan parecido a
él. Tanto quise alejarme de esa imagen que finalmente terminé más parecido de
lo que hubiera deseado.
Pero más que su nombre, me perseguía la línea de iniquidad
de sus fracasos, debilidades y frustraciones. Mientras más pretendía alejarme
de su estigma, más me acercaba y aumentaba sus errores, llevándome aún más lejos.
La historia de Juan el bautista me ayudó mucho en la
búsqueda de mi verdadera identidad, entendiendo primero quien no soy, y que
roles había intentado usurpar. Lo primero que comprendí es que no soy Dios y
que muchas veces había jugado a serlo. Llegando, incluso a manipular las cosas
y personas, para conseguir mis objetivos.
'Este es el testimonio de Juan cuando los judíos de
Jerusalén enviaron sacerdotes y levitas a preguntarle quién era. No se negó a
declararlo, sino que confesó con franqueza: —Yo no soy el Cristo. ' Juan
1:19-20
Acto seguido, me doy cuenta de que quise tomar identidad de
otras personas, profesiones o cargos. Cosa, está última, que trajo mucha
frustración, al no tener un título universitario. Fui rechazado de algunas
oportunidades laborales, entre ellas la Dirección del Centro Cultural de
España, para la cual había calificado hasta quedar entre los dos últimos
finalistas.
'—¿Quién eres entonces? —le preguntaron—. ¿Acaso eres
Elías? —No lo soy. —¿Eres el profeta? —No lo soy.' Juan 1:21
Me impresiona cómo El Bautista es tan tajante al afirmar que
no es ninguno de los dos títulos que se le atribuyen tradicionalmente, incluso
el indiscutible rol, de profeta que ejerció, no fuero la fuente de su
personalidad.
'—Entonces, ¿quién eres? Tenemos que llevar una respuesta
a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? Juan respondió con las palabras
del profeta Isaías: —“Yo soy la voz de uno que grita en el desierto: ‘Enderecen
el camino para el Señor’ ”. ' Juan 1:22-23
Al ser encontrado por Jesús descubría Dios cómo mi padre y
son muchas las maneras en las que el me ha llamado. Hijo, siervo, amado, amigo
y en una ocasión me dijo “Chispa” explicando además lo endeble que era el calor
de esta y el fuego que podía ocasionar si estaba en el lugar adecuado.
Entender que, así como la cruz era señal de maldición,
después de Jesús se convirtió en el símbolo de la mayor bendición, fue clave.
Investigué sobre mis nombres y encontré que Raymundo significa “Protegido por
el consejo divino” y Domingo, proviene del latín dominus (señor), y su
significado es “apartado o consagrado al Señor”.
'De hecho, aunque el cuerpo es uno solo, tiene muchos
miembros y todos los miembros, no obstante ser muchos, forman un solo cuerpo.
Así sucede con Cristo.' 1 Corintios 12:12
Mas recientemente, en uno de mis tiempos con Dios, le
pregunté sobre la analogía de la iglesia con el cuerpo humano y de ser así ¿Qué
parte del cuerpo sería yo?. Mi arrogancia me llevó a pensar que tal vez sería
el cerebro y estuve meditando sobre ello hasta casi quedarme dormido. Pero a
punto de quedar inerme por el sueño, me despertó su impredecible respuesta: -Tu
eres sangre.
Yo me pensaba cómo alguien desafortunado, algunos me
nombraron “Simulacro de diseñador”; Juan se percibía con mucha moderación y la
gente lo veía como un loco que vivía en el desierto, comía langostas y miel
silvestre; vestido con piel de camello, predicando el mismo sermón todos los
días de su vida “Arrepiéntanse”.
'Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un
cinto de cuero alrededor de sus lomos; y su comida era langostas y miel
silvestre.' S. Mateo 3:4
Finalmente es más importante lo que Él piensa de mi que lo
que los demás o yo mismo puedo imaginar. A mi me sorprendió y no puedo pensar cómo
se sentiría Juan cuando Jesús lo describió en el evangelio de Lucas, cómo el
mayor profeta nacido de mujer, relegando a grandes figuras como Moisés, David,
Elias, Isaias, etc.
'Os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor
profeta que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor
que él. ' S. Lucas 7:28
Para todo y todos existe un antes y un después de Cristo,
ahora sé con seguridad que soy un hijo amado de Dios, protegido por su consejo
y apartado para ser su siervo, amigo que brilla como una chispa en la oscuridad.
Soy su sangre.
ORACIÓN:
Padre, estoy maravillado con el poder de tu amor. Todo el
pasado sucio y vergonzoso lo has convertido en esperanza para otros y una nueva
vida que tiene el poder de encender. Nunca debo menospreciar el poder de tu
gracia que me capacita para hacer cosas mucho más allá de lo que nunca imaginé.
Te vales de lo vil y menospreciado del mundo, eso fui yo, y así tu gloria es
manifiesta e innegable. Gracias porque me conoces y llamas por nombre. Amén.
Ray & Lily
https://www.youtube.com/watch?v=m9chHrZGzzI
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