«Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.» Santiago 4:6 (LBLA)
La discusión subió de tono y me encuentro sujetándola del
brazo con firmeza. La incapacidad de no poder persuadirla me hace recurrir a la
fuerza física y odio ese recurso inútil. La frustración está en el aire y el
temperamento volátil de mi esposa hace una combinación mortífera con mi orgullo
y la impotencia.
Las relaciones tóxicas de pareja han marcado mi vida y me
parece agobiante luchar en esta que comenzamos con tanta ilusión y esperanza.
Nos persiguen las secuelas de no haber hecho todo en orden y aunque encontramos
el camino a la restauración, seguimos cosechando los frutos de la mala siembra.
Al quedarme solo en casa puedo ver con claridad mis áreas
débiles. Mi cabeza se hunde entre las sábanas tal cual lo hace el avestruz. Se
mojan las sábanas con fluidos nasales y oculares. Me parece increíble que aún conserve
tantos defectos de carácter.
Odio la violencia, no solo física y psicológica; y sin darme
cuenta he llegado a ese punto. Soy tan arrogante y orgulloso que no puedo
admitir que me equivoco. Aún quiero controlar a las personas.
El salmo 13 viene a mi mente y me pregunto ¿Hasta cuándo,
Señor? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?
¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma, con tristezas en mi corazón cada día?
¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?
Las preguntas aún tienen un dejo de arrogancia, pero el
dolor es muy grande y me lleva a la rendición, mi reclamo se convierte en
súplica. Se me demanda tomar acciones, también debo hacer esa llamada y pedir
una oportunidad. Reconozco con humildad que he fallado y que en mis fuerzas es
imposible cambiar.
'Así que el ángel me dijo: «Esta es la palabra del Señor
para Zorobabel: »“No será por la fuerza ni por ningún poder, sino por mi
Espíritu —dice el Señor Todopoderoso—. ' Zacarías 4:6
Cinco años han pasado y entender que hay un Dios luchando
por nuestro matrimonio y que su Espíritu Santo hace una obra silenciosa en
nuestros corazones, cuando nos rendimos a Él, fue una de las grandes esperanzas
que encontré en su palabra. Nos aferramos a ella con todas nuestras fuerzas y
hemos visto su mano respaldando nuestras acciones de fe.
Hoy amanecimos en un hermoso hotel, compartiendo en un
evento de matrimonios el cual no pagamos y vino a nosotros cómo un regalo
inesperado de unos amigos especiales (Roberto y Melissa). Desayuno junto a otros entrañables amigos,
aún nos espera una jornada en la que seguramente seremos sorprendidos por el de
repente de Dios.
'De repente, vino del cielo un ruido como el de una
violenta ráfaga de viento y llenó toda la casa donde estaban reunidos. ' Hechos
2:2
Encontrarnos con su amor y seguirle confiadamente nos ha
llevado a encontrarnos con ese corazón de padre que anhela que cumplamos
nuestro propósito de vivir eternamente junto a Él. Aún nuestros enemigos siguen
al asecho y debemos abrir nuestros ojos y estar alertas, poniendo cada día
nuestras vidas en sus manos.
ORACIÓN:
Señor, sé bien que tú, no rechazas un corazón contrito y
humillado, hoy me acerco a ti de estas formas, pues reconozco que fuera de ti
nada puedo hacer. Necesito la gracia, que es el poder que me capacita para
hacer aquello que me parece imposible. Te necesito cada día de mi vida. Me
comprometo a venir con regularidad a ti, para ser despojado de todo aquellos
que no me deja avanzar. Amén.
Ray & Lilly
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