«Los ojos son el reflejo de tu carácter. Así que, tu bondad o tu maldad se refleja en tu mirada.» Mateo 6:22-23 TLA
Nos encontramos
haciendo una fila para obtener los medicamentos a un precio más accesible, la
institución ofrece servicios y recursos de excelente calidad para la atención
de problemas visuales y auditivos. A esta acudió mi padre buscando recuperar su
visión que tanto lo frustraba. Yo no estoy exento de esa herencia y estar ahí
me hace recordar la delicada línea que me separa de perder la agudeza a tan
maravilloso sentido.
La mañana está
fresca y junto a mi amada abordamos nuestra motocicleta con rumbo a casa de mi
madre. Hace días que tengo el deseo de pasar un buen rato con ella y
sorprenderla en un día común y simplemente disfrutar de su compañía. El viaje
no es muy largo, desde el punto que estamos nos tomará 30 minutos el llegar.
Hacer el desayuno
juntos es una exquisita experiencia, interactuamos en su pequeña cocina y ahí
comienzan a brotar conversaciones que nos van acercando. Las casas de las
madres tienen un olor particular que evocan recuerdos y momentos buenos y otros
más difíciles. Ya en la mesa, degustamos los alimentos recién preparados y
entre el aroma de café y el sabor de los frijoles, se van mezclando conversaciones
que nos transportan a tiempos y lugares lejanos.
Sus ojos
encapotados y ahora rodeados de sus amigas las arrugas, se abren por momentos,
tiemblan y se humedecen, mientras ella va relatando su paso por esta vida. Hoy
estamos más atentos que de costumbre, y cómo cosa rara, junto a mi esposa, solo
abrimos la boca para indagar un poco más y profundizar en los detalles de
aquellas historias, algunas conocidas y otras totalmente nuevas para mí.
Fue difícil mantener
la compostura, mi atención estaba en sus ojos que hablaban tanto cómo su boca.
Ahí entendí el anhelo que condujo a mi madre desde su infancia y la llevó por
la vida en busca de una morada. Ese correr de lugar en lugar por la vida en
busca de la seguridad, calor y amor de un hogar que se le negó desde su
infancia.
'Bien sabemos
que en este mundo vivimos como en una tienda de campaña, que un día será
destruida. Pero en el cielo tenemos una casa permanente, construida por Dios y
no por seres humanos. Mientras vivimos en este mundo, suspiramos por la casa
donde viviremos para siempre. Sabemos que, cuando estemos allí, estaremos bien
protegidos. Mientras vivimos en esta tienda de campaña, que es nuestro cuerpo,
nos sentimos muy tristes y cansados. Y no es que no queramos morir. Más bien,
quisiéramos que nuestros cuerpos fueran transformados, y que lo que ha de morir
se cambie por lo que vivirá para siempre. ' 2 Corintios 5:1-4
Aún al momento de
escribir estas líneas, engullo saliva que cómo un nudo se desliza por mi
esófago, me estremezco recapitulando los detalles de la vida de mi madre, me
siento ingrato de haberla juzgado hace ya tantos años. Sus errores, también la
atormentan, ha pasado el proceso del perdón propio, pero aún así le cuesta
entender hasta donde la llevaron sus malas decisiones. Ha retomado el rumbo,
per aún hay en su mirada una divina insatisfacción, aún persiste en su alma la
búsqueda de su morada eterna.
Junto a mi
hermano Juan Carlos, tuvimos el privilegio de comprarle una casa a mi madre y
ha sido él, quien actualmente reside con ella, quien se ha dado a la tarea de
seguir construyendo y mejorando “su casita”. A sus 77 años ella tiene mucha
energía y un humor que le saca las risas a cualquiera, sus ocurrencias nos
pusieron al borde de escupir el café en más de una ocasión. Su vida ha cambiado. Fue en esa casa donde hace
ya algunos años tuve el honor de presentarle a Jesús, aunque puso un poco de resistencia,
pues no quería que le llamaran “hermanita”, su corazón se doblegó ante el
irresistible amor de Dios. Esto trajo un
nuevo brillo a sus ojos y una esperanza eterna de encontrar su verdadero hogar.
'El corazón
alegre se refleja en el rostro, el corazón dolido deprime el espíritu. ' Proverbios
15:13 NVI
Sus ojos relatan
una historia de redención, su rostro y las marcas del tiempo en él describen
las penurias que atravesó antes de llegar a los brazos de su padre celestial.
Su sonrisa expresa la gratitud de haber sido rescatada y su alma ha encontrado
el solaz de estar embarcada en la ruta que la llevará a su destino eterno.
Aunque nuestra vista va perdiendo agudeza compartimos el gozo de que nuestros
ojos hayan sido abiertos a la verdad eterna.
ORACION:
Jesús, gracias
por el privilegio de tener a nuestras madres vivas y hablarnos por medio de sus
vivencias. Aún debemos callar y escuchar más, permítenos ser intencionales en
buscar esas conversaciones con ellas y conocer sus historias, mismas que nos
harán entender las nuestras. Te pedimos por todos aquellos que no tuvieron o
perdieron a sus progenitoras, para que tu llenes es vacío con tu inmenso amor.
Amén.
Ray & Lily
https://www.youtube.com/watch?v=-fz292HNU_w
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