«Él le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?» 1 Reyes 19:11-13
Cada vez que su madre posa sus patas, a la orilla del nido,
alzan sus pequeñas cabezas y abren sus picos al máximo, emitiendo una gritería
intransigente, demandando alimento. Parece que son insaciables y pueden comer
todo el día. Tienen pocos días de haber nacido y he podido observar el proceso,
que la diligente madre ha hecho, para elaborar el nido y empollar los pequeños
huevecillos. Fueron pocas semanas para que los polluelos rompieran el cascarón
y vieran la luz.
No llevo las cuentas, pero me parece que es la tercera vez
que tengo la oportunidad de observar este ciclo. La razón por la que han
escogido ramas tan cerca del lugar donde laboro, me es un misterio. La naturaleza
y su metódica forma de mantener el ciclo de la vida es un comunicador maravilloso
de la voz de Dios. Sutil y permanentemente nos envía su mensaje, nos comunica
el amor de un Dios todo majestuoso, soberano, omnipotente, que habla
delicadamente por medio del diseño de toda la creación.
«Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento
anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, Y una noche a
otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, Ni es oída su voz.
Por toda la tierra salió su voz, Y hasta el extremo del mundo sus palabras. En
ellos puso tabernáculo para el sol;» Salmos 19:1-4
La cuestión no es si acaso Dios quiere hablarnos, la verdad
es que su deseo es hacerlo y lo hace. La pregunta, mas bien, es saber si queremos
escuchar lo que tiene que decir. Su suave voz, su eterno y etéreo discurso es
constante y consistente, pero pocas veces le prestamos atención y menos
respondemos a sus mensajes, hasta que el dolor grita. Cómo lo expresa C.S.
Lewis “«Dios susurra y habla a la conciencia a través del placer, pero le grita
mediante el dolor: el dolor es su megáfono para despertar a un mundo
adormecido».
El planeta tierra ha resentido los abusos que ha sufrido y el
cambio climático ha afectado el desarrollo natural y sostenible con el cual fue
diseñado. Nosotros somos los administradores de este habitad y no estamos
atendiendo a las notificaciones que emite, nuestro indolente paso por la vida, el
egocentrismo de pensar que todo se trata de mí, nos hace ignorar la
responsabilidad que tenemos y nos escondemos en la cueva de la ignorancia de un
mundo que grita y demanda que cumplamos nuestro propósito de gobernar y
administrar la tierra (Genesis 1:28). La creación está hablando y demanda que
actuemos.
Perdido en Anadolu Kavağı
Mi reciente conversión a Cristo en el 2009, me acompañó por un
periplo al otro lado del océano, me llevó a pisar las tierras por donde el
evangelio comenzó a proliferar y expandir esperanza, increíblemente en esos
territorios la fe cristiana ha sido casi extinguida.
En mi búsqueda de solución a la debacle provocada por mis
malas decisiones, esperaba que Dios fuera un genio de la lámpara y que cada vez
que la frotara, con mis oraciones, el me saldría al paso con respuestas a mis
deseos que, a mi parecer, serían la solución a todos los problemas. Imaginaba a
un Dios codependiente, tal cual era yo en ese momento. Nunca imaginé que sería
tan determinado a enderezar el rumbo. Un Dios que sabe poner límites y habla
claro.
Caminando por la calle principal de Anadolu Kavağı, ya sin
rumbo ni ideas, su voz se dejó escuchar cómo un murmullo apacible, pero más
cortante que una espada, con instrucciones precisas y sin vacilar. Tenía excusas
y pretextos para seguir haciendo las cosas a mi modo. Debía volver a Guatemala
y enfrentar todas las situaciones que tenía. Ciertamente no quería, mi plan era
otro, pero nada estaba funcionando. Me aferré a su estrategia y fui obediente
por primera vez en mi vida.
«Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y
más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo
del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los
pensamientos y las intenciones del corazón. Ninguna cosa creada escapa a la
vista de Dios. Todo está al descubierto, expuesto a los ojos de aquel a quien
hemos de rendir cuentas.» Hebreos 4:12-13
Seguir las consignas dadas por un Dios, que ahora devenía a ser
mi padre, no fue fácil para mi obstinado corazón. Así cómo lo hizo Naamán tuve
que rendir mi orgullo y sumergirme en las aguas turbias de la obediencia, para
experimentar la gracia inmerecida. Anhelaba tanto escuchar su voz y aunque las
cosas que dijo no eran lo que esperaba, me convenció por medio de su palabra
escrita y el delicado murmullo que irrumpió en mi interior.
Aún sigo luchando con la testarudez de mi humanidad y la
lógica de mis pensamientos que hablan fuerte y no me dejan percibir lo que se
me está comunicando. Ablandar mi corazón de piedra por medio de la oración.
Someter mi voluntad a la suya conociendo su carácter, el cual está intrínseco en
las escrituras, renovar mi entendimiento y pensamientos a los de Dios, los
cuales son mejores, más altos y profundos, aunque no los comprenda plenamente.
Y sobre todo escuchar el mensaje de la vida de Jesús que escogió seguir la
instrucción y plan de su padre, aunque esto significó morir en una cruz. Pero
ese no fue el final, la obediencia a esa voz vio su recompensa el día que El
Padre lo resucitó de entre los muertos. Ese es el mensaje más contundente y el
cual debo escuchar con atención.
«Dios,
habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres
por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien
constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;» Hebreos
1:1-2
Dios no está
limitado y puede hablar en las formas que hemos mencionado y muchas más, solo
quiero enlistar algunas, para dejar abierto nuestro corazón a su comunicación: La
voz interna del Espíritu Santo, su palabra escrita, oración, la creación,
consejeros, circunstancias, sueños, visiones, ángeles, milagros, paz interna,
incluso puede hablar con el silencio.
No estaría
escribiendo estas líneas hoy, si no hubiera obedecido aquel día y todos los
otros que le siguieron en los últimos 12 años. Nunca imaginé todas las cosas
que me ha permitido vivir y las que aún faltan. La gracia inmerecida incluyó a
mi esposa que lo ama profundamente. Ambos
podemos declarar que vale la pena escuchar atentamente y obedecer
diligentemente.
ORACIÓN:
Padre, me has gritado por medio del dolor y he
comprendido que también hablas suave a mi corazón, quiero atender a esa voz y
no ir en busca de más dolor, enderezar mis caminos y alinearlos a ti. Rindo mi
voluntad a la tuya, que es buena, agradable y perfecta. Hoy me decido ha
escuchar tu silbido apacible y en fe avanzar obedeciendo tu instrucción. Amén.
Ray & Lily
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