ANATOMÍA DE UNA CAÍDA

'Antes del quebrantamiento es la soberbia, Y antes de la caída la altivez de espíritu. ' Proverbios 16:18

 

Revisando la app de salud en mi teléfono me encontré con una función que mide la estabilidad al caminar y puede predecir el riesgo de sufrir una caída durante los próximos 12 meses. Los factores que tiene en cuenta son la edad, peso, condición física, alineación y estabilidad de las pisadas al caminar. La verdad me causó risa y no activé la función.

 

MI esposa se encuentra en una cita médica y aprovecho para tomar mis alimentos del almuerzo. Su compañía me hace falta y rápidamente degusto la comida previamente preparada por mi amada. A su llamada me apresuro para ir a recogerla y con premura subo la escalinata que conduce a la salida. Para mi sorpresa y en un parpadear, apoyo mal el pie y me deslizo, tropiezo y caigo aparatosamente un poco antes del descanso de las gradas.

 

Me encuentro gimiendo y con las piernas para arriba. El muslo izquierdo adolorido, la espinilla derecha raspada y sangrante y el orgullo de mi condición física, a los casi 50 años, totalmente mancillado y quebrantado. La confianza en mi agilidad y fuerza fue totalmente aplastada en unos segundos.

 

'Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. ' 1 Corintios 10:12

 

No es muy diferente en nuestra vida espiritual, los peores escenarios son cuando pensamos estar más encumbrados. Tenemos notoriedad y reconocimiento; logros y visibilidad; lo que nos pone en un estado de acomodamiento. En las escrituras lo vemos frecuentemente; uno de los casos más sonados es el de Rey David en el momento cúspide de su reinado en Israel. La debacle moral que le sobrevino no la percibió sino hasta muy tarde y al ser confrontado por el profeta Natán (2 Samuel 12)

 

La subsecuente vergüenza que se hace presente no me es ajena. Muchas veces he debido admitir delante de Dios y de otros seres humanos mis fallos. Descubrir la desnudez de mi debilidad no ha sido cosa fácil, pero es la única ruta que puede conducirme a la restauración y santidad. Esta última no es un estado permanente de perfección sino la práctica constante de la confesión (parafraseando a Alejandro Méndez).

 

ATROPELLADO POR PERROS

Transcurrían los años ochenta y me encontraba en plena adolescencia, muy de mañana me dirigía a la institución educativa donde estudiaba; de camino debía atravesar una calle contigua al mercado de la ciudad de Villa Nueva, poblado donde mi familia se había mudado hacía unos años. La calle no estaba pavimentada y el invierno lluvioso había dejado la calzada llena de lodo, el cual iba sorteando para evitar ensuciar mis zapatos bien lustrados.

 

Nunca imaginé que una manada de perros callejeros, clientes del mercado, saldrían corriendo de entre los puestos de verduras y me volcarían al suelo, embarrando mi uniforme escolar del fango invernal. Aunque fueron pocas personas las que se percataron del incidente provocado por la jauría, la vergüenza de la suciedad me impidió llegar a mi destino educativo y me llevó de vuelta a casa.

 

Así también en nuestras vidas suelen ocurrir incidentes, no provocados por nosotros, que nos llenan de vergüenza y nos hacen deambular con las marcas de una caída. Los divorcios por el adulterio o irresponsabilidad del cónyuge, abusos y violencia física recibida, deudas por ser fiador de alguien que incumplió. Historias ocultas que provocan dificultad para desplazarnos y alcanzar las metas que Dios tiene para nosotros.

 

Viene a mi mente la narración bíblica de Génesis dónde Agar y su hijo Ismael son expulsados y enviados al desierto, por maltratar a Sara, esposa de Abraham. Ésta última, debido a su esterilidad, consideró conveniente que Abraham obtuviera descendencia a través de Agar. Cuando Agar fue expulsada, vagó por el desierto con Ismael, del cual descienden los ismaelitas.

 

Entonces Abraham se levantó muy de mañana, y tomó pan, y un odre de agua, y lo dio a Agar, poniéndolo sobre su hombro, y le entregó el muchacho, y la despidió. Y ella salió y anduvo errante por el desierto de Beerseba. Génesis 21:14

 

Esta esclava no tuvo opinión ni voto a la hora de ser involucrada en los planes de sus amos y luego que la partida jugada no resultó bien, le tocó a ella y su hijo pagar las consecuencias de las malas decisiones de otros; cargar con ese dolor, atravesando un desierto dónde casi muere junto a su hijo.

 

CENTRO DE GRAVEDAD

¿Cómo podremos mantenernos firmes y evitar las caídas? El cuerpo humano tiene un centro de gravedad que nos da estabilidad y nos permite andar erguidos sin caernos. El ser humano alberga este centro lugares diferentes en función de su sexo. Mientras los hombres suelen tenerlo en la pelvis, en la parte anterior al sacro, en las mujeres se localiza un poco más abajo. Esto se debe a que la pelvis y los muslos de las mujeres pesan un poco más y tienden a tener las piernas más cortas que un hombre. (Clinica Podos Salud, Madrid).

 

Analizando este principio podemos decir que, a menor estatura, el centro de gravedad está más cerca del suelo. Es así como los deportistas bajos son más versátiles y sufren caídas menos aparatosas que aquellos de mayor estatura. En otras palabras, a más cerca del suelo, menos probabilidades de caer.

 

'A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido. ' S. Lucas 18:9-14

 

La parábola del fariseo y el publicano ejemplifica muy bien está verdad en lo espiritual. El reconocer nuestras faltas, heridas, caídas y postrarnos delante de Dios nos pone en una posición donde ya nuestro centro de gravedad está en el piso, por lo que es imposible caerse. Mientras estemos erguidos orgullosos y a más alto nos coloquemos más aparatosa será la caída. El lugar más seguro para no caer nunca más es a los pies de Jesús.

 

'En cambio, el que no las tiene es tan corto de vista que ya ni ve, y se olvida de que ha sido limpiado de sus antiguos pecados. Por lo tanto, hermanos, esfuércense más todavía por asegurarse del llamado de Dios, que fue quien los eligió. Si hacen estas cosas, no caerán jamás, ' 2 Pedro 1:9-10

 

Olvidar que fuimos perdonados afecta nuestra visión y nos hace más proclives a sufrir un desliz, pues cómo lo dice Proverbios 16:18, el orgullo es el heraldo que anuncia nuestro quebrantamiento. Pero Pedro nos da indicaciones con las cuales nos asegura nunca caer. La fe es el vehículo que nos permite recibir la gracia para ser salvos de nuestros pecados pasados, pero para permanecer firmes es necesario añadir algunas cosas que el apóstol nos describe en la segunda epístola con su nombre.

 

'Precisamente por eso, esfuércense por añadir a su fe, virtud; a su virtud, entendimiento; al entendimiento, dominio propio; al dominio propio, constancia; a la constancia, devoción a Dios; a la devoción a Dios, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque estas cualidades, si abundan en ustedes, los harán crecer en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, y evitarán que sean inútiles e improductivos. ' 2 Pedro 1:5-8

 

Me queda de tarea ahora estudiar estas cualidades, no ser improductivo y evitarme otra caída. Esto será equivalente a activar la función en la aplicación de mi teléfono, bajar mi orgullo y dejarme ayudar en este sentido para no volver a caer nunca más.

 

ORACIÓN:

Jesús, perdona la altivez y arrogancia que me han conducido a mi ruina, dame un corazón sensible a tu voz; manso y humilde como el tuyo. Mis caídas me lastiman y en el trayecto de estas, atropello a otros también, causando dolor y herida s. Toma fuerte mi mano, yo tomaré la tuya, y con los ojos puestos en ti, estoy resuelto a seguir adelante para descubrir las asombrosas cosas que guardaste para mí. Si llego a caer, permíteme regresar a ti y levantarme de nuevo. Amén.

 

Ray & Lily

 

https://www.youtube.com/watch?v=9FZiGbiwIo0

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