«Al bajar Jesús por la ladera del monte, grandes multitudes lo seguían. De repente, un leproso se le acercó y se arrodilló delante de él. —Señor —dijo el hombre—, si tú quieres, puedes sanarme y dejarme limpio. Jesús extendió la mano y lo tocó. —Sí quiero —dijo—. ¡Queda sano! Al instante, la lepra desapareció.» Mateo 8:1-3 (NTV)
El pedal me topa
contra la espinilla (parte frontal de la pierna) causando un dolor agudo. Ya me
es muy conocido, me he golpeado esa parte de cuerpo en múltiples ocasiones
debido a mi pasión por andar en bicicleta. También hay marcas ocasionadas por
quemadoras con el escape de la motocicleta. Y qué decir de los puntapiés
recibidos en las escaramuzas y encuentros futbolísticos.
Al verlo con
detenimiento encuentro una cartografía de señales que cuentan una historia,
solo en esa parte de mis extremidades inferiores. En la pantorrilla llevo la
secuela que dejó la picadura de una araña mientras mis rodillas endebles se
fortalecían en mi primera infancia; esa es la anécdota que me contaron mis
padres, no tengo memoria de ello. En la pierna derecha una cicatriz queloide
que hace parecer sonreír a mi rodilla, esta fue ocasionada por el borde afilado
de una lámina metálica, sobre la cual me apoyé, mientras intentaba alcanzar un
balón atrapado en un corral de aves.
Caídas, muchas
caídas causaron tremendos raspones. Una de las más célebres fue obra de una
jauría en brama. Mas de una docena de perros que me volcaron mientras
perseguían al objeto de sus pasiones. Quemaduras con pólvora y aceite que me
dejaron lampiño en algunos sectores. Todas tienen su historia y afortunadamente
todas sanaron. De algunas soy responsable, otras son fortuitas y las hay
causadas por otras personas, con o sin intención.
No importando el
origen de cada una, ni la gravedad de esta, incluso la intensidad del dolor,
con todas ellas tuve que tomar una decisión. Tuve que estar dispuesto a
sanarlas y buscar los medios y ayuda necesaria para conseguir ese fin. Fue
necesario querer sanar.
«Cuando Jesús lo vio allí, tirado en el
suelo, y se enteró de que ya tenía mucho tiempo de estar así, le preguntó:
—¿Quieres quedar sano?» Juan 5:6 (NVI)
ZAPPING
DOMINICAL
Pocas son las
ocasiones en las que tomo tiempo para ver televisión, en otros tiempos invertí
muchas horas haciendo zapping, y tal parece que mi pulgar tiene memoria
muscular y se automatiza esta tarde que usurpé la habitación de mis suegros.
Finalmente me quedó entre el Rose bowl y el documental sobre la vida de
Lance Amstrong, con quien además del gusto por las bicicletas compartimos fecha
de cumpleaños. Recuerdo la gran
admiración que sentí por este atleta y las causas que promovió. Ganador de 7 Tour
de France que luego le fueron retirados al ser acusado de dopaje
sistemático por la Agencia Antidopaje de Estados Unidos (USADA).
El desarrollo del
documental muestra a un hombre que superó la batalla contra el cáncer y dispuesto
a ganarlo todo, sin importar el precio. Alcanzó la gloria y la admiración del
mundo del ciclismo (también la mía), muchos portamos la pulsera amarilla de
silicona con su nombre y que buscaba apoyar la institución contra el cáncer que
él fundó. Amstrong parecía poseído por un afán desmedido de ser protagonista
indiscutible desde lo deportivo y durante la producción fílmica se reusaba a
admitir su error, aún en entrevistas en el 2015 aseguraba que si regresara en
el tiempo lo volvería a hacer. La negación era el hilo conductor del
documental, aún cuando ya era evidente. Confesarlo a su familia fue la parte
difícil, pero siempre justificándose.
«Pero si no lo hacéis así, mirad, habréis
pecado ante el Señor, y tened por seguro que vuestro pecado os alcanzará.» Números 32:23 (LBLA)
Para el ciclista,
es una herida abierta que aún no cicatriza, y no lo hará, hasta que él mismo se
determine a llevar el proceso de sanidad. Todos, con seguridad, tenemos cosas
de las cuales aún debemos recuperarnos y al iniciar un año estamos en una buena
posición de hacerlo. No se trata solo de dejarlo atrás y hacer cómo que no pasó
nada, es importante tomar las medidas que lleven a cicatrizar esas heridas del
pasado, de no hacerlo, tarde o temprano nos alcanzarán.
«Él que encubre sus pecados no prosperará, más
el que los confiesa y los abandona hallará misericordia.» Proverbios 28:13 (LBLA)
Es bueno saber
que podemos obtener sanidad y perdón en Jesús. Esta está accesible a todo aquel
que esté dispuesto a admitir, confesar y arrepentirse de sus pecados. Con esto
vendrá la sanidad integral a nuestro espíritu, alma y cuerpo. Desconozco cómo
estará en su interior Lance, pero sé lo que Dios ha hecho en mí. Una lista de
pecados tan grande, cómo la que se puede acumular durante 36 años de vida y los
que con el entendimiento de su perdón he realizado durante otros 11, sería una
carga insoportable e insostenible. Doy gracias por que fui objeto de
misericordia y cada día tengo la oportunidad de volver a Jesús y obtener
sanidad de mis heridas.
«Si decimos que no tenemos pecado, nos
engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él
mentiroso, y su palabra no está en nosotros.» 1 Juan 1:8-10 (NVI)
Desear un
próspero año se quedará solo en una buena intensión si no nos detenemos a
evaluar el estado de salud de nuestra alma. Si aún hay falta de perdón y
arrepentimiento seguiremos arrastrando cargas pesadas y aumentando el tamaño de
las heridas que pueden llegar a infectarse y ocasionar un daño mayor,
ocasionando perdida de dirección y propósito. Hoy es un buen día para ser
libre, la pregunta crucial es si en verdad lo queremos, pues Jesús ya pagó el
precio y está disponible para todo aquel que se acerque con un corazón humilde,
reconociendo su necesidad.
«Amado, yo deseo que tú seas prosperado en
todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.» 3 Juan 1:2
(RVR 1960)
ORACIÓN:
Jesús, gracias
porque tus méritos en la cruz compraron perdón, sanidad y libertad para mí. No
quiero menospreciar el regalo tan grande que has pagado para que pueda vivir
una vida plena, abundante y fructífera. Me acerco a ti con un corazón contrito
y agradecido, quiero más de ti y tener oportunidades de compartir tu gran amor
por el mundo. En este inicio de año quiero despojarme de todo lastre que me
estorba para recorrer el camino que tengo por delante, sobre todo quiero
alejarme del pecado que me ata al pasado y no me deja acceder al futuro que
planeaste para mí. Amén.
Ray & Lily
No hay comentarios:
Publicar un comentario