«Esto dice el Señor: «Deténganse en el cruce y miren a su alrededor; pregunten por el camino antiguo, el camino justo, y anden en él. Vayan por esa senda y encontrarán descanso para el alma. Pero ustedes responden: “¡No, ese no es el camino que queremos!”». Jeremías 6:16 (NTV)
No me es usual
llegar tarde a los compromisos, pero la mañana del sábado se me apetecía para
permanecer cobijado un tiempo más. Mis neuronas están aletargadas y todo mi
sistema musculoesquelético o locomotor no revoluciona. MI esposa está
prácticamente lista y al revisar el sistema GPS para conducir, me percato que
llegaremos demasiado justos.
Ya en el vehículo
hacemos una pseudo oración y maquinamos una estrategia para llegar lo más
pronto posible. Se nos ocurre cambiar el auto por la motocicleta, esto
significaría hacer una parada rápida, y esperar coincidir con el amigo que nos
hará el favor de encontrarnos dentro de la ruta. Las cosas comienzan a fallar y
no convergimos en el lugar acordado. Seguimos avanzando y pactamos un nuevo
punto de encuentro. Ya perdimos un tiempo valioso y nos retrasamos un poco más.
El desastre se
avecina cuando me paso un cruce que nos llevaría a la calzada principal y
terminamos a inmediaciones de un complejo comercial. Desconcertado me parece
estar dando vueltas en círculo. Mi esposa trata de ayudarme y no lo consigue.
Nos detenemos. Exploramos las alternativas y retomamos el viaje. Parece
imposible llegar en tiempo.
Una vía alterna
nos hace retomar la senda y nuevamente estamos en la dirección correcta.
Nuestro amigo hace más ajustes para salirnos al paso y apoyarnos en nuestro
desbarajuste, finalmente hacemos el cambio de transporte y aunque el humor de
ambos no es el mejor, me reconfortan los brazos de mi amada que me rodean por
la cintura, asiéndose fuertemente. Nos convertimos en una sola masa, un solo
ser, una sola carne.
«Como dicen las Escrituras: «El hombre deja
a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno
solo». Eso es un gran misterio, pero ilustra la manera en que Cristo y la
iglesia son uno.» Efesios
5:31-32 (NTV)
En nuestro
caminar con El Señor nos ha ocurrido algo parecido. Nos afanamos por hacer lo
necesario y cumplir responsablemente con el llamado y propósito al cual fuimos
llamados. Pero en las carreras podemos desviarnos y terminar perdidos y
desorientados. En esos momentos urge hacer una pausa y redireccionar. Volver a
la senda. Recuerdo la clara indicación que recibí en una ocasión, se me
requería hacer un proceso de salida de un lugar en el que servía, para
continuar el camino trazado. Me tardé 4 años en atender la instrucción y esto
devino en complicaciones relacionales y mal entendidos de mi partida. Lo que
debió ser una celebración en mi avance, se tomó cómo un acto de deslealtad y
dañó la comunicación con personas muy amadas.
«Todo el que tenga oídos para oír debe
escuchar al Espíritu y entender lo que él dice a las iglesias.» Apocalipsis 3:6
(NTV)
Oír puede
resultar algo casual e incluso accidental, más el escuchar implica sacar las
consecuencias de lo que se ha oído. Es prestar atención y acción de aquello que
fue revelado. Son incontables las ocasiones en que me he quedado impávido ante
la palabra de Dios y las consecuencias cosechadas no han sido para nada
agradables. Gracias a Dios que nos brinda nuevas oportunidades de volver a empezar,
aunque esto signifique perder todo el trabajo hecho con esfuerzo, cómo cuando
por no grabar un documento en el ordenador hemos malogrado nuestras faenas.
«Por eso les dije: —Ustedes son testigos de
nuestra desgracia. Jerusalén está en ruinas, y sus puertas han sido consumidas
por el fuego. ¡Vamos, anímense! ¡Reconstruyamos la muralla de Jerusalén para
que ya nadie se burle de nosotros! Entonces les conté cómo la bondadosa mano de
Dios había estado conmigo y les relaté lo que el rey me había dicho. Al oír
esto, exclamaron: —¡Manos a la obra! Y unieron la acción a la palabra.»
Nehemías 2:17-18 (NTV)
Puede que la decepción
o desánimo haya hecho mella en nuestro corazón y nos encontremos sin el deseo
de recomenzar a edificar una vida, familia, ministerio, estudios, negocio o
relación con Dios. Al acercarse el fin de un ciclo es una buena oportunidad
para hacer una pausa y replantear la estrategia para volver a empezar. Cómo
matrimonio y familia, nos encontramos con muchas situaciones de las cuales no
tenemos una solución, pero disponemos nuestro corazón para escuchar atentamente
su voz y poner por obra su palabra.
ORACIÓN:
Padre, perdóname
porque en mi afán he perdido muchas veces el rumbo. Me acerco a ti en la
confianza y certidumbre de ser tu hijo, no por mis méritos si no por la obra
que Jesús completó en la cruz, Recuérdame cada palabra que he ignorado y dejado
caer al suelo, quiero retomarlas y cumplirlas en amor. Permíteme acercarme a ti
en arrepentimiento y calma, para caminar por tus sendas en amor y confianza. Quiero
experimentar el misterio de volverme un solo ser contigo. Amén.
P.D. Llegamos 15
minutos tarde a nuestra cita, fue mejor de lo que imaginamos y el regreso
agradecimos el haber usado la motocicleta, pues nos ahorramos 1 hora de cola en
el tránsito.
Ray & Lily
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