«Tus decretos han sido el tema de mis canciones en todos los lugares donde he vivido. De noche reflexiono sobre quién eres, Señor; por lo tanto, obedezco tus enseñanzas. Así paso mis días: obedeciendo tus mandamientos.» Salmos 119:54-56 (NTV)
Me gusta la música, pero nunca
aprendí a ejecutar ningún instrumento. Canto con el corazón, pero me gusta
bromear diciendo que cuando le digo a Dios que le quiero dedicar una canción,
Él me responde, mejor platiquemos, por lo cual logro escuchar su voz. Pero es
solo una broma.
Pasar tiempo con Él, adorando,
alabando y escuchando su voz es algo que disfruto. He tenido varios lugares
especiales para encontrarme a solas y expresar todo lo agradecido y sorprendido
que estoy de su amor. Había uno en particular (al cual ya no tengo acceso), un
pequeño bosque sobre una colina, muy cercana a mi casa. Las mañanas ahí eran
espectaculares, en repetidas ocasiones la bruma matutina subía y llenaba el
lugar con una atmósfera impresionante.
El viento coqueteaba con las
hojas de los árboles y las inspiraba a entonar un coro semejante a la lluvia.
Ardillas que se paseaban por los troncos buscando alimentarse con los piñones
que adornan las ramas de los pinos. En
ese ambiente ejecuté algunas de mis danzas tribales dedicadas al Señor de
Señores. No solo mi alma sedienta, sino mi carne trémula fuero saciadas por su
amor. Mis pies cogían la ligereza de los cascos de un ciervo, entre brincos y
vueltas, en una ocasión, estrellé el dedo grande del píe, contra la
protuberancia provocada por una raíz.
Pasados unos minutos la uña se tornó morada y el dolor era enorme. A duras penas logré descender, saltando en un pie. Al llegar a casa no fui tan bien recibido, mi esposa pensaba que estaba exagerando, hasta que se percato de la gravedad del asunto. Transcurrieron semanas hasta que la uña se cayó y el dolor desapareció completamente.
Le pregunté a Dios sobre el
suceso, pues no lo comprendía muy bien, su respuesta llegó un día que debía
compartir el mensaje a un grupo de creyentes, lo hice descalzo con el dedo
moreteado expuesto. La enseñanza fue que, aún cuando sienta que puedo tocar el
cielo, debo tener cuidado con el suelo, pues solo la obediencia a sus decretos
es la que me hace andar seguro. Las emociones y sentimientos fluctúan, pero su
palabra es eterna.
«Y, después de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios
mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los
restaurará y los hará fuertes, firmes y estables.» 1 Pedro 5:10 (NVI)
Menospreciamos el sufrimiento y
el efecto que produce en nosotros, no es que debamos buscarlo o autoinfligirlo,
eso sería enfermizo y no produciría el fruto que nuestras vidas necesitan.
Nadie conscientemente quiere sufrir, es más evitaremos lo evitaremos a toda
costa, pero inevitablemente llegará. Sufrimos por la enfermedad o la muerte de
un ser querido, por posesiones, el rechazo, cuando somos motivo de escarnio a
causa de nuestra fe. Es más, Jesús mismo fue perfeccionado por medio del
sufrimiento.
«Aunque era Hijo, mediante el sufrimiento aprendió a obedecer;
y, consumada su perfección, llegó a ser autor de salvación eterna para todos
los que le obedecen» Hebreos
5:8-9 (NVI)
Cuando se trata de nuestros
hijos, hemos deseado evitarles tropiezos y dolor. Si pierden algún juguete
volvemos a comprarlo para parar su angustia y evitamos así el prepararlos para
las futuras perdidas de personas amadas, que con seguridad ocurrirán en su
futuro. Rescatarlo de todos sus errores puede meterlos en un circulo vicioso
del que nunca escaparan, robándoles de esa forma la oportunidad de crecimiento.
«Y ya han olvidado por completo las palabras de aliento que como
a hijos se les dirigen: «Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor
ni te desanimes cuando te reprenda, porque el Señor disciplina a los que ama, y
azota a todo el que recibe como hijo». Hebreos 12:5-6 (NVI)
Hay tanto que decir del tema,
pero la mejor historia que tenemos, después de la de Jesús, es la nuestra,
individual y como matrimonio. De no ser por todas esas situaciones que
complicaron nos complicaron en el pasado, el orgullo y arrogancia hubiesen
hecho fiesta con nuestros despojos. No ayudó la aflicción y hoy damos gracias
por ella. Fue con ella que fuimos equipados para realizar el trabajo de guiar a
los nuestros y otras tantas personas, a caminar por estas sendas de un mundo caído.
Viene a mi mente el caso de
Moisés, quien tuvo que andar solo por el desierto 2 veces antes de conducir al
pueblo, ese fue su entrenamiento para realizar la apoteósica tarea de liderar a
toda una nación por el mismo camino.
ORACIÓN:
Señor, no quiero menospreciar el
fruto apacible de justicia que produce en mí el sufrimiento y la disciplina, sé
que este completara la obra de mi perfección, así como en ti. La línea entre
relación y religión es muy delgada, debo estar alerta haciendo un recuento de
mis actitudes, para saber si se alinean a tu palabra. Las acciones de alabanza,
cómo cantar, danzar, ofrendar u otras, sino van acompañadas de convicción y
amor, podrían convertirme en alguien religioso y superficial. Ayúdame a conocer
tu palabra, amarla y ponerla por obra, para que mi fe no sea muerta y reduzca
nuestra relación a un mero cumulo de actos y ritos. Amén.
Ray & Lily
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