2:39 am. El goteo constante provoca una melodía cadente con un efecto somnífero. Dormir mientras llueve ha sido descrito cómo una oportunidad idónea para conciliar el sueño y sostenerlo placida y tranquilamente.
Según Orfeu
Buxton, investigador del sueño de la Universidad de Harvard, en la prehistoria,
cuando el ser humano vivía en la intemperie y alrededor todo se encontraba en
calma, sólo se escuchaban los sonidos de la naturaleza. De esta manera se podía
percibir el suave agitar del viento, el caer de la lluvia y los sonidos más
suaves de animales e insectos pequeños. Estos sonidos silbantes y lentos que
representan calma se conocen como ruido blanco. “No son una amenaza, por tanto,
ayudan a relajar a las personas. Es como si estuvieran diciendo: no te
preocupes…", afirma Buxton.
Pero hoy es
todo lo contrario para mí. El sueño se me ha interrumpido. Trato de reconciliarme
con él, pues somos buenos amigos desde siempre. Hasta dónde yo recuerdo nunca
hemos tenido problemas. Me doy media vuelta, dando la espalda a nuestra
ventana, pensando que la indiferencia al sonido acompasado de la lluvia sobre los
techos, en el suelo o contra la misma ventana del dormitorio, que normalmente nos
ayuda a conciliar el sueño, pueda dejar de interponerse en mi descanso.
Una sensación
ácida, que sube por mi esófago y llega hasta la lengua, me recuerda que probablemente
me excedí en los alimentos el día anterior. Esto me recuerda la famosa pintura “Sueño
causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de
despertar” del pintor español Salvador Dalí.
¿Qué o quién
provoca los sueños? ¿Para que sirven? ¿Qué los interrumpe? Son preguntas que asaltan
mi cabeza y logran despertarme, aunque no totalmente.
Dos años
después, el faraón soñó que estaba de pie a la orilla del río Nilo. En su
sueño, vio siete vacas gordas y sanas que salían del río y comenzaban a pastar
entre los juncos. Luego vio otras siete vacas que salían del Nilo detrás de
ellas, pero eran flacas y raquíticas. Esas vacas se pusieron junto a las vacas
gordas, en la ribera del río. ¡Entonces las vacas flacas y raquíticas se
comieron a las siete vacas gordas y sanas! En ese momento del sueño, el faraón
se despertó.
Génesis
41:1-4
Las
escrituras están llenas de sueños y personajes que soñaron. Con sueños tan
variados y locos que sería difícil enumerarlos acá. José soñaba e interpretaba sueños. Eso si que
es increíble, aunque los sueños no siempre terminaron con un final feliz.
Un joven
hebreo deportado en Babilonia, Daniel, fue capaz de saber lo que soñó
Nabucodonosor. Se describe en el Antiguo Testamento, en el capítulo 2 de Libro
de con su nombre. El mismo narra cómo fue capaz de relatar e interpretar un
sueño que había perturbado al rey Nabucodonosor II.
Esa
noche el misterio le fue revelado a Daniel en una visión. Entonces alabó al
Dios del cielo y dijo: «Alabado sea el nombre de Dios por siempre y para
siempre, porque a él pertenecen toda la sabiduría y todo el poder. Él controla
el curso de los sucesos del mundo; él quita reyes y pone otros reyes. Él da
sabiduría a los sabios y conocimiento a los estudiosos. Él revela cosas
profundas y misteriosas y conoce lo que se oculta en la oscuridad, aunque él
está rodeado de luz. Te agradezco y te alabo, Dios de mis antepasados, porque
me has dado sabiduría y fortaleza. Me revelaste lo que te pedimos y nos diste a
conocer lo que el rey exigía». Daniel 2:19-23
Estos
ejemplos me indican que tengo un Dios que sueña, induce sueños y en ocasiones, detiene
nuestro sueño o aprovecha la interrupción del mismo para revelarnos algo.
Entonces, viene la incógnita: ¿Qué sueña Dios?
Tú
creaste las delicadas partes internas de mi cuerpo y me entretejiste en el
vientre de mi madre. ¡Gracias por hacerme tan maravillosamente complejo! Tu
fino trabajo es maravilloso, lo sé muy bien. Tú me observabas mientras iba
cobrando forma en secreto, mientras se entretejían mis partes en la oscuridad
de la matriz. Me viste antes de que naciera. Cada día de mi vida estaba
registrado en tu libro. Cada momento fue diseñado antes de que un solo día
pasara. Salmos
139:13-16
El salmo
139 es una descripción maravillosa del cuidado y desarrollo de un sueño de
nuestro Padre. Podemos decir con certeza que somos el resultado de un sueño de
Dios. Cada uno en particular, fuimos formados con detalle y creados a su imagen
y semejanza. Pero también físicamente planeados con un propósito que iremos
descubriendo en la medida que le conocemos a Él.
Garabateando
Recuerdo a
cada uno de nuestros hijos rayando y machando hojas de papel, paredes o
cualquier cosa que encontraran a su paso. Creando innumerable cantidad de obras
de arte infantiles o “Picassos”, cómo solíamos llamarles, en alusión al célebre
artista creador del cubismo, Pablo Picasso.
El profesor de dibujo y diseño Daniel Schafer,
solía decir en sus clases que “Los niños nacen sabiendo dibujar, pero se les
enseña a que no pueden”. Y ver a un infante totalmente seguro y confiado
dejando las marcas de un pincel, lápiz, o crayón, nos lo confirman.
Con esto en
mente, podemos decir que todos nacemos con la capacidad de soñar, pero se nos
enseña a que no. O peor aún, se nos roba,
trunca o destruye la capacidad de soñar con tantas cosas.
Todos
tenemos sueños. En realidad, todos somos un sueño de Dios. Aunque algunos
fueron interrumpidos por el aborto y no llegaron a cumplir todo su propósito
que, entre otras cosas, es llenar el mudo de más sueños que surgieron en el
corazón de Dios mismo.
Qué
preciosos son tus pensamientos acerca de mí, oh Dios. ¡No se pueden enumerar!
Ni siquiera puedo contarlos; ¡suman más que los granos de la arena! Y cuando
despierto, ¡todavía estás conmigo! Salmos 139:17-18
Continuará…
Ray & Lily
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