Quemado por el sol y el frío, pasas sus días en uno de los barrios de la zona 5 de la ciudad de Guatemala. Los vecinos de los alrededores lo llaman Meme. Una larga barba gris cubre la mayoría de sus facciones. Está sucia y grasienta, al igual que sus cabellos y su ropa. Se desplaza con lentitud arrastrando sus piernas, inusualmente abiertas. Algún tipo de atrofia muscular o esquelética debe padecer.
Lo vi una mañana, hace ya algunos meses.
Su habitad queda en camino a mi trabajo. Paso por ahí a toda prisa, absorto en
mis pensamientos y apretando los dientes, cuadrando mi agenda del día y las
necesidades que debo suplir. Me queda poco espacio en la mente para pensar en alguien
más. Hasta que comencé a notar su presencia. Lo veía arrastrando una pila de botes
plásticos llenos de harapos. Otra mañana descubrí su cama y habitación, ubicada
en una acera o banqueta, como solemos llamarle. Un asiento de automóvil le
sirve de lecho por las noches. No es extraño que sufra una enfermedad en su
cuerpo, debido a la incomodidad que significa “descansar” en esas condiciones.
Hoy, inusualmente frío y lluvioso, el
verano de marzo no se ha impuesto. Casi lo puedo ver castañeando la poca
dentadura que le queda. Olvidado y marginado. Tiene un lejano recuerdo de dos
hijos que viajaron con su madre a los Estados Unidos de América, hace, no sé (ni
él sabe) cuanto tiempo. Lo dejaron por su problema con el alcohol. Totalmente
vulnerable lo expresa. Sedado, no se ve en sus ojos el brillo de alguien que
tiene esperanza. Anestesiado por la indiferencia de si mismo. Sin sueños ni
futuro. Es mejor así para él. La amnesia voluntaria es su paliativo para el
dolor.
Dales licor a los que están por morir,
y vino a los amargados; ¡que beban y se olviden de su pobreza! ¡que no vuelvan
a acordarse de sus penas! Proverbios 31:6-7
Manuel, está en las calles, como muchos
otros han decidido vivir. Pero no solo ahí encuentras este tipo de almas.
También las hay en grandes oficinas, bancos, call centers, maquilas, taxis, universidades
y hasta lujosas mansiones. El vació existencial es una enfermedad que nos hace
adictos a entretenimientos intrascendentes, licor, sustancias estupefacientes, sexo,
conocimiento, educación o cualquier cosa que se nos pueda ocurrir. La negación
es un camino más fácil que enfrentar la realidad.
Cuantas veces he caminado por ese sendero,
por medio del activismo o el ocupacionismo (no se si existe la palabra)
llegando a usar, incluso la iglesia, o debo decir más claramente la religión, cómo
una cantina barata en donde olvidarme de todo lo que no puedo manejar.
Vengan a mí todos ustedes que están
cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de
mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su
alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana. Mateo 11:28-30
Los seres humanos tenemos un vacío, un
hueco dentro de nosotros, que tiene la forma de Dios. Solo ahí encuentra solaz
y descanso nuestra alma. Sólo ahí hay futuro y esperanza, mucho más allá de la
vida. Sólo Él levanta nuestra cabeza y nos permite ver más allá de nuestras
meras circunstancias, permitiendo una vida que se extiende más allá de la
propia.
A las montañas levanto mis ojos; ¿de
dónde ha de venir mi ayuda? Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y de
la tierra. Salmo 121:1-2
Muchos son, Señor, mis enemigos; muchos
son los que se me oponen, y muchos los que de mí aseguran: «Dios no lo
salvará». Pero tú, Señor, me rodeas cual escudo; tú eres mi gloria; ¡tú
mantienes en alto mi cabeza! Clamo al Señor a voz en cuello, y desde su monte
santo él me responde. Salmo 3:1-4
Hoy decido salir de la negación ya que fui
hallado por Él, ensancho mi territorio y voy por los Manueles, Walters, Marías,
Hugos, Cristinas, Christofers, etcétera, que necesitan ser desconectados del
sopor de la negación y ser llevados al camino de la sanidad y santidad, que es
el mismo. Debemos acercarlos a Jesús.
Jesús recorría toda Galilea, enseñando
en las sinagogas, anunciando las buenas nuevas del reino, y sanando toda
enfermedad y dolencia entre la gente. Su fama se extendió por toda Siria, y le
llevaban todos los que padecían de diversas enfermedades, los que sufrían de
dolores graves, los endemoniados, los epilépticos y los paralíticos, y él los
sanaba. Mateo 4:23-24
Lily grita
¡Ray! ¡Ray¡ ¡allí va Mariita caminando en
el puente¡
La conocimos hace muchos años, trabajando
en un ministerio que intentaba sacar a la gente de la calle. Tiene un problema
del habla y una cicatriz en su cabeza, tal cual diadema, desde un parietal al
otro, además de su adicción al alcohol, lleva un divorcio y el rechazo en su
corazón. Fue el día que vi a mi esposa Lily, limpiándole su rostro y manos con
una tolla húmeda, que decidí que quería casarme con ella. Pero esa es otra
historia.
Ray & Lily
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