Hay un escandalo afuera, se escucha el barullo de decenas de aves, puedo distinguir palomas, carpinteros, sensontles y zanates. Acompañan su canción gallos, perros y hasta gatos.
Los primeros rayos del
sol atraviesan nuestra ventana, pintándolo todo con una pátina ámbar y la bruma
se cuela también. Hay un olor particular en la atmosfera. Huele a calor. Mi corazón
se encuentra en descanso, lo mismo que mi cuerpo y mi esposa. Giro mi cuello y
puedo ver su silueta en un solaz profundo. Es la guinda de mi pastel matutino.
También ella le aporta un aroma especial a este momento. Mujer con aroma de
café… y frijol.
Viene a mi memoria las
letras de una canción de Carla Bruni “Le ciel dans une chambre” (El cielo en
una habitación) que dice algo así: Cuando estas cerca de mí, es como si esta
habitación no tuviera paredes, cuando estas realmente cerca de mí, es como si
este techo no existiera, solo el cielo inclinado sobre nosotros. En este amanecer tengo la certeza que Él está
cerca de mí, tan cerca de mi que puedo escuchar su corazón invitándome a salir
de la cama y pasar tiempo conmigo.
El Señor está cerca
de quienes lo invocan, de quienes lo invocan en verdad. Cumple los deseos de
quienes le temen; atiende a su clamor y los salva. Salmo 145:18-19
Mi pecho se inflama de
gratitud. Cuantas cosas hermosas que puedo disfrutar. Nuestra humilde casa es
un nido de amor, porque el la rodea y llena. Con mi esposa tenemos un compañero
de vida y nos tenemos el uno al otro. Hago una pausa e inhalo profundamente, se
mezcla un suspiro al bocado de oxigeno que invade mis pulmones hasta casi
explotarlos. Soy feliz.
¿Dónde éstas papá?
Al meditar en todas
las cualidades y características de Dios, hay una pregunta que me hago
frecuentemente. Él es soberano, omnipotente, glorioso, Rey del universo, juez
justo, Señor de Señores, etcétera, etcétera. Entonces, ¿Por qué decide revelarse,
primeramente, como padre?
Dios es inmutable, el
no cambia y no puede cambiar, pues a diferencia de los seres humanos Dios si
nos brinda la seguridad de ser siempre el mismo. Necesitamos esa ancla en
nuestra vida. El es la referencia y la meta, es el principio y el fin.
Toda buena dádiva y
todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no
hay mudanza, ni sombra de variación. Santiago 1:17.
Anoche leíamos, junto
a un grupo de buenos amigos, un extracto del Libro “Hombre Restaurado” de Eric
Mason, donde esta estadística nos dejó pasmados y confrontados:
“Esta noche, cerca del
40% de los niños irán a la cama en hogares en los cuales no viven sus papás.
Antes de que alcancen
la edad de 18 años, más de la mitad de los niños probablemente pasaran al menos
una significativa porción de sus infancias viviendo alejados de sus papás.
La falta de padres es
la tendencia demográfica más dañina de esta generación. Es la causa principal
del deterioro del bienestar infantil en nuestra sociedad. ¨
¿Podemos culpar a esos
padres? Ellos también carecieron de esa figura o lo tuvieron presente
físicamente, pero ausente en alma y espíritu. El mundo necesita un padre.
Urgentemente lo necesitamos. Cuando decidimos vivir ajenos a Dios,
independientes de su autoridad, justicia y principios, también elegimos existir
lejos de su amor y cuidado, de su liderazgo y provisión. Quedamos a merced de
nuestros juicios, deseos y anhelos. Perdemos al padre.
El retorno está
cercano, cómo lo vimos en el Salmo 145:18-19. El camino ésta esbozado por
Jesús, quien siempre vivió en conexión, dependencia y obediencia al Padre. Él
nos modelo el camino de regreso a los brazos del padre. Y en una de las
declaraciones más contundentes que hiciera el dijo que Él dijo Yo soy el único camino,
no al cielo, sino al padre.
Le contestó Jesús:
—El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra
morada en él. Juan 14:23
Nosotros aún caminamos
en la restauración de nuestra relación con Dios cómo padre y de nosotros cómo
imagen de Él para nuestros hijos. Oramos para que el mundo encuentre el camino
de vuelta al Padre que tanto necesitamos.
Ray & Lily
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