La avenida de las Américas en Guatemala es una prolongación de la Avenida Reforma. Fue trazada a finales del siglo XIX y su nombre se debe a la formación de la Organización de Estados Americanos el 30 de abril de 1948. Personalmente ha sido uno de mis paseos favoritos.
Es una amplia calzada
con este jardín en medio, dónde se pueden encontrar Plazas alegóricas de
diferentes países de América. Pocos son
los lugares de la metrópoli, en los cuales se pueda caminar. En nuestra infancia
hacía el papel de parque recreativo. Ahí jugamos a los vueltegatos en un par de
tubos, a los cascarones en carnaval, resbaladeros y pasamanos. En épocas de bonanza familiar degustamos
helados de la Pops.
Ya cómo padre, me fue
útil para distraerme con los chicos, los fines de semana. Los paseos en caballo
y bicicleta, fueron clásicos en ese lugar. Muchas son la historia que vivimos
en esos rumbos, dónde abundan las jacarandas. Árbol subtropical que en verano
pinta el ambiente y el suelo de un lila espectacular. Y fue en esa época que
surgió “Pasos y pedales” una iniciativa municipal para cerrar la avenida y
convertirla en un paseo las mañanas de los domingos.
Fueron buenos días.
Días felices. Pero, no puedo decir que entre ellos se encuentre el mejor de los
días.
¡No olvides las
tarjetitas!
La semana pasada tuve
una diligencia por ese sector, y mientras el viento jugaba con mis cabellos
(solo es una imagen, pues llevaba casco puesto) hice un recorrido en
motocicleta para llegar al final de la avenida, cerca de la Plaza Berlín. La
cual conmemora la caída del famoso muro que lleva ese nombre, y dónde se pueden
encontrar fragmentos de mismo. Pero, esa es otra historia.
Mis memorias y
disfrute al tomar el fresco aire, fueron interrumpidos al ver la tienda de
Dollar City, que se encuentra en el sector. Recordé el encargo de comprar unas
tarjetitas de agradecimiento, que sólo encontramos en ese comercio. Ileana, mi
esposa, fue muy enfática en decir que debía apresurarme, porque se agotan con
rapidez. Ellas las estaba utilizando
para darle el toqué final a sus botellas recicladas, las cueles, dicho sea de
paso, las convierte en hermosos objetos decorativos y lámparas.
Qué razón tenía. Sólo
pude encontrar dos paquetitos, entre otros muchos de color dorado, con la
leyenda “Best day ever” y me dije a mi mismo —¡Estos servirán! — Procedí,
entonces a adquirir varios de ellos, pues nos servirían para regalos que
debíamos entregar.
Entonces la Palabra
se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros. Estaba lleno de amor inagotable y
fidelidad. Y hemos visto su gloria, la gloria del único Hijo del Padre. Juan 1:14 NTV
El Señor me inquietó a
partir de ese pequeño mensaje y me quedé meditando acerca del significado que
conlleva. El nacimiento de Jesús debería ser el mejor de los días. Aunque no
tengamos una fecha exacta, ese debería ser. Pero ¿si no le conoces? ¿si no
crees en Él?
Vino al mismo mundo
que él había creado, pero el mundo no lo reconoció. Vino a los de su propio
pueblo, y hasta ellos lo rechazaron; Juan 1:10-11 NTV
Esas preguntas me
llevaron a una de las charlas más emotivas que tuve con el Señor, una tarde de
noviembre, hace un par de años ya. Es una historia que he contado en otras
ocaciones. Creo que merece la pena traerla a colación.
El clima era perfecto,
el cielo incomparable. Yo trabajaba, con la fortuna de tener una vista
asombrosa, hacia el verde jardín con el cielo azul de fondo. Viento suave y el
sonido del subaudible, es decir, el sonido del silencio. Las ardillas llegaron
en familia y no estoy segura de la cantidad de ellas que se desplazan, dando
pequeños saltos, por las ramas de majestuoso pino que, con sus ramas alargadas,
parece un padre que deja a sus chiquillos retozar sobre él. Ya han pasado
varias horas. Me han cancelado una clase tras otra y caigo en cuenta, que ese
posmeridiano ha sido un regalo de mi Padre.
Le digo: —Me regalaste una tarde de noviembre ¿Sabes
que es mi época favorita de año?
Recuerdo una canción
de Juan Luis Guerra que dice en uno de sus versos “Te regalo un otoño, un día
entre abril y junio”. Pienso: —Esos deben ser lo días favoritos de él.
Entonces pregunto: —¿Cuáles
son tus días favoritos Señor?
La respuesta, me dejó
absorto y quebrantado. Con los labios temblando, un cúmulo de emoción y
gratitud que hicieron palpitar mi corazón de una manera tan singular, cómo el
día en que le conocí.
El Señor dijo: —¿Mi
día favorito contigo, es el día que volviste a mí?
Entonces regresó a
la casa de su padre, y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio llegar.
Lleno de amor y de compasión, corrió hacia su hijo, lo abrazó y lo besó. Lucas 15:20 NTV
¿Celebrar, o no
celebrar?
Comencé mi caminar con
Jesús a los 37 años, en una congregación en la que no celebran navidad. En su
momento me vino como anillo al dedo, ya que era un poco como “El Grinch”. Las
enseñanzas que ahí tuve fueron estupendas y marcaron mi vida para siempre. Amó
a esas personas especialmente. Luego El Señor me llevo a la zona 6, cerca de El
Puente Belice. En ese lugar, sí celebraban. Ahí tuve muchas de las vivencias
más intensas y trabajo del trabajo más arduo en la obra. Amé a esa gente
intensamente y me entregué de lleno a ellos.
Ante la disyuntiva en
mi corazón de, sí celebrar o no, fue este pasaje el que me dio luz:
Del mismo modo,
algunos piensan que un día es más sagrado que otro, mientras que otros creen
que todos los días son iguales. Cada uno debería estar plenamente convencido de
que el día que elija es aceptable. Los que adoran al Señor un día en particular
lo hacen para honrarlo a él. Los que comen toda clase de alimentos lo hacen
para honrar al Señor, ya que le dan gracias a Dios antes de comer. Y los que se
niegan a comer ciertos alimentos también quieren agradar al Señor y le dan
gracias a Dios. Romanos 14:5-6
NTV
Lo más importante es
tener una relación personal con Él. Eso le da sentido a de lo que plenamente
estemos convencidos. Si no tenemos ese vínculo, no hay mucho que celebrar. Nos
estamos perdiendo la mejor parte. Pero en el caso afirmativo, tenemos doble
razón.
pero a todos los
que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de
Dios. Ellos nacen de nuevo, no mediante un nacimiento físico como resultado de
la pasión o de la iniciativa humana, sino por medio de un nacimiento que
proviene de Dios. Juan 1:12-13
NTV
Si ya hemos creído,
tenemos una misión, la misma que Juan el Bautista y nuestra oración es que en
esta época y en estos tiempos seamos reflejo de aquel que nos llamó de las
tinieblas a su luz admirable.
Juan no era la luz;
era solo un testigo para hablar de la luz. Aquel que es la luz verdadera, quien
da luz a todos, venía al mundo.
Juan 1:8-9 NTV
Ray & Lily
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