Una de las cosas que me sorprendió, hace ya poco más de una década, al llegar a Estambul, fue la cantidad de gatos que residen en la ciudad. Es el equivalente a los perros en los barrios de Guatemala. Están por todas partes y aparecen por donde menos te lo imaginas.
El periplo turco,
tenía cómo fin dejar establecida en aquellas tierras, a mi hija Paula de 7 años (en
ese entonces) con su madre. Tuve la oportunidad de quedarme por un tiempo allí
y uno de nuestros pasatiempos juntos era ponerle nombre a los pequeños felinos
que cohabitan el lugar. Capuchino,
frijol con crema y pescadito eran los más conocidos. Este último adquirió su
nombre debido a que siempre lo encontrábamos rondando cerca de la pescadería
del vecindario y fue protagonista de muchas historias que juntos inventábamos en
nuestras veladas. Y luego, por algunos años, al comunicarnos por mensajes
escritos.
Los sonidos extraños,
que los mininos hacen por las noches, pueden ser la banda sonora de una
película de terror. Son una mezcla de aullido con el llanto de un bebé, con un
toque de agonía lacónica. Pero más que oírlos o verlos, puedes olerlos. Eso
creo que fue lo que descubrí con el tiempo. Esa ciudad huele a gato. Es una
particularidad que descifré después de unas semanas.
El sentido del olfato
tiene la capacidad de evocar la mayor cantidad de recuerdos. Es el sentido con
más memoria que posee el ser humano. Ni un bonito diseño, ni una maravillosa
melodía pueden competir con las sensaciones que nos provoca un olor.
pero el alimento
sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen
los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. Hebreos 5:14 RVR 1960
Los cinco sentidos
tienen la función de ponernos en contacto con la realidad y nos ayudan a discernir
entre lo que es bueno y malo para nuestra vida. Nos alertan de las cosa buenas,
bellas y agradables. Pero también de aquellas que son malas, desagradable y
nocivas para nuestra existencia.
Vivimos en una época en
la que nos encontramos sobre estimulados en todos nuestros sentidos. El marketing,
la televisión, internet y sus redes sociales (entre otros) nos invitan a
consumir todo lo que se nos antoje y han estropeado nuestros sentidos espirituales
para distinguir el bien del mal. Nuestro margen de tolerancia a la violencia y
a lo inmoral a aumentado considerablemente. En este sentido, me examino a mi
mismo, lo que antes me podía escandalizar y hacer erizar la piel, ahora me
puede causar tristeza, pero rara vez de deja asombrado.
No quiero comparar mi época
de infancia con la actual. Pues en muchos sentidos la vida es mejor ahora, pero
debo reconocer que hay algo que debemos hacer para recibir todo lo bueno que
tenemos ahora, sin perder todo lo bueno que teníamos antes. No se trata de volver
al pasado. De ninguna manera, Se trata de con que sentidos enfrentaremos el
futuro. Ya que, en esta época, cómo lo expresa Charles Swindoll en su libro “Matrimonio,
de sobrevivir a prosperar” Los hombres tienen miedo de ser hombres. Las mujeres
se avergüenzan de ser mujeres. Los hijos no están seguros de quién manda. Los
hogares se han vuelto campos de batalla; y todo esto es tan inestable, tan
temporal.
Les anunciamos al
que existe desde el principio, a quien hemos visto y oído. Lo vimos con
nuestros propios ojos y lo tocamos con nuestras propias manos. Él es la Palabra
de vida. Él, quien es la vida misma, nos fue revelado, y nosotros lo vimos; y
ahora testificamos y anunciamos a ustedes que él es la vida eterna. Estaba con
el Padre, y luego nos fue revelado. Les anunciamos lo que nosotros mismos hemos
visto y oído, para que ustedes tengan comunión con nosotros; y nuestra comunión
es con el Padre y con su Hijo, Jesucristo. 1 Juan 1:1-3 NTV
Para estos tiempos
confusos es necesario desarrollar nuestros sentidos espirituales.
CONTINUARA…
Ray & Lily
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