Revolución

 Un hombre valiente y osado, conduciendo un camión lleno con sacos de harina de trigo, evitando a los hombres armados y toda la revuelta que hay en la ciudad de Guatemala. En la clandestinidad haciendo cantidades enormes de pan, para abastecer la demanda de alimento.  Esta es la primera y breve historia que tuve, de labios de mi padre, sobre la revolución del 20 de octubre de 1944. Fue algo que lo marcó y a muchos de esa generación. Su alcance ideológico avanzo en el tiempo usando como hilo conductor (desde mi punto de vista) a la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU). Tan importante fue para mi padre que quiso bautizar como Jorge Javier Jacobo a uno de sus hijos, para honrar a los tres caudillos que lideraron la revuelta política.

 

Ser liberados del yugo de esclavitud, de la bota militar opresora y el establecimiento de un nuevo gobierno, de un nuevo reino, ha sido un anhelo constante en el alma del hombre. Y es que todos estamos subyugados en alguna medida a algo o alguien. La esperanza del pueblo judío en tiempos de Jesús era más una revuelta política que los emancipara del dominio romano. Nuestra búsqueda es cambiar las situaciones externas que nos aquejan y suele pasar que, al librarnos de una, seguidamente nos volvernos esclavos de otra.

 

'El Señor le dijo: —Sal y ponte de pie delante de mí, en la montaña. Mientras Elías estaba de pie allí, el Señor pasó, y un viento fuerte e impetuoso azotó la montaña. La ráfaga fue tan tremenda que las rocas se aflojaron, pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto, pero el Señor no estaba en el terremoto. Pasado el terremoto hubo un incendio, pero el Señor no estaba en el incendio. Y después del incendio hubo un suave susurro. Cuando Elías lo oyó, se cubrió la cara con su manto, salió y se paró a la entrada de la cueva. Entonces una voz le dijo: —¿Qué haces aquí, Elías?' 1 Reyes 19:11-13

 

La verdadera libertad viene desde dentro, la revolución más efectiva y poderosa comienza desde nuestro interior. Al escuchar el suave murmullo de la voz de Dios conduciendo nuestras vidas y estableciendo su reino. El reino de los cielos en nuestros corazones. Para que a su vez siendo portadores del cielo, lo llevemos a cada rincón del planeta. Esa es la revolución que trajo Jesús. Esta no remueve del poder a gobiernos. Esta remueve el egoísmo, indiferencia, vanidad, orgullo, altivez y el pecado de nuestra vida, para establecer el amor y la verdad.

 

El amor y la verdad se encontrarán; se besarán la paz y la justicia. De la tierra brotará la verdad, y desde el cielo se asomará la justicia. El Señor mismo nos dará bienestar, y nuestra tierra rendirá su fruto. La justicia será su heraldo y le preparará el camino. Salmo 85:10-13

 

¿Cómo comenzar esta revuelta?

 

Como el Mesías, Jesús vino a traer una manera nueva y radical de vivir que socavará las existentes relaciones de poder. (El que quiera ser el primero deberá ser esclavo de todos). Se trata de una amenaza a los que en ese momento ostentan el poder.  En la última victoria del plan de Dios, él resucitará de entre los muertos. Es así como Dios continuará dando un vuelco al orden establecido e implantará la forma de vida que Jesús enseñó.

Preparemos nuestro oído, agucemos nuestros sentidos para escuchar su voz, para leer sus palabras escritas e inscritas en toda la creación, que aguarda la manifestación gloriosa de los hijos de Dios. Abramos nuestro corazón para que asiente su trono el Rey de Gloria y que nuestras vidas sean establecidas en su justicia.  Marchemos como un ejército de ángeles (mensajeros) que portan el mensaje de una revolución del corazón. Sin temor, pues en la vida de Jesús se halla implícita la promesa de que Dios «cambiará» la muerte de los creyentes tal como lo hizo con Él. Ellos también serán reivindicados y levantados a una nueva vida.

 

Ya sea que te desvíes a la derecha o a la izquierda, tus oídos percibirán a tus espaldas una voz que te dirá: «Este es el camino; síguelo». Isaías 30:21

 

https://www.youtube.com/watch?v=zlWa1rurxKo

 

 

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