Sin café es imposible…

 Despierto y en mi cama falta alguien. Mi esposa no está, salió por unos días a la población de dónde es originaria su familia materna. Hace mucho que no nos separamos y claro que la extrañé, pero aún así dormí muy bien. Tengo una sonrisa en mi boca, tengo la certeza que la veré pronto y eso me emociona en gran manera. Pero mi cama no está vacía, puedo percibir la presencia del Señor que siempre está con nosotros. Me invita a salir de la cama y me apresuro a subir por las gradas para prepara un café y deleitarme con el delicioso pastel que mi amada dejó en el refrigerador. Por fe sé que lo haré. Me gusta bromear diciendo que sin café es imposible agradar a Dios.

 

De hecho, sin fe es imposible agradar a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él existe y que él recompensa a los que lo buscan con sinceridad.  Hebreos 11:6

 

Mi recompensa, mi galardón, según yo, sería café y pastel. Pero al acercarme a la ventana de nuestro comedor, veo que comienza a amanecer. Dejo los utensilios de la cafetera y camino como hipnotizado hacia el cristal por el cual comienzo a disfrutar de la maravillosa escena preparada para mí.  La pequeña luz comienza a crecer y a pintar los cielos y nubes de naranjas, sepias, ocres y una variedad tan extensa de colores que sería imposible describir y captar.  La visión cambia segundo a segundo, es casi imposible retener cada cuadro.

 

Pienso la lucha enorme que vivió Claude Monet al tratar de plasmar lo que veía y el ejercicio de pintar un mismo paisaje en diferentes horas del día. Una vida entera no alcanzaría para una sola vista. La verdad el amanecer es impresionante y no es casualidad que al lienzo titulado “Impression, soleil levant” (Impresión, Sol naciente) se le conozca como la primera pintura del movimiento impresionista.

 

Techos de cartón

Ya pasó media hora y sigo parado frente a la ventana. Lo que primero eran solo siluetas oscuras de arboles y ramas, comienzan a vestirse de color, las hojas de verdes yuxtapuestos a naranjas y dorados son asombrosos. La humedad se puede oler y gotas de la lluvia de la noche anterior que fueron retenidas en el follaje caen lentamente, aún se puede escuchar su sonido al estrellarse contra el suelo. A todo esto le acompañan los sonidos de aves que se despabilan para comenzar una nueva jornada.

 

El sonido de una motocicleta me hace aterrizar los pies en la tierra y veo con claridad los techos, que en su mayoría son de lámina galvanizada. Muchos ya oxidados y con cachivaches sobre ellos. Vivo en la colonia el Limón de la zona 18 en la ciudad de Guatemala. Es catalogada como un área roja, por su peligrosidad, altos índices de violencia y delincuencia. Consumo de drogas y alcohol, extorción, asalto, muerte, son palabras comunes por acá. ¿Cómo se puede dormir tranquilo en un lugar así?

 

Tiraron los dados para decidir quiénes de mi pueblo serían sus esclavos. Canjearon niños por prostitutas y vendieron niñas por tan solo suficiente vino para emborracharse. Joel 3:3

 

Al principio de la pandemia provocada por el covid-19 y mientras oraba buscando respuestas, El Señor me increpó acerca de mi oración y me dijo:

-          ¿Por qué no oras cómo sintiéndote parte de esta colonia? Nuca dices mi colonia. Te sientes cómo un advenedizo o ajeno al problema. Y si no eres parte de la solución, eres parte del problema. Tu solo vez gente delinquir, en pobreza y violenta. Pero, ese no es la raíz, acá hay adulterio, fornicación, pedofilia, incesto, abandono. Dime ¿Quién ora por eso? ¿Quién hace algo? Yo no busco muchos, uno necesito que se pare en la brecha.

 

No pude sino llorar, me sentí tan egoísta, tan parte del problema, tan inútil. Mi oración cambió ese día. Esa mañana también surgió la iniciativa de gestionar donaciones de verdura y alimentos para apoyar, al menos, al sector más cercano a nuestra casa. Dimos sin hacer acepción de personas, así como Dios hace salir el sol sobre buenos y malos. Sin preguntar, sin un mensaje oral. Solo dar.

 

Que ¿Cómo puedo dormir acá? Solo porqué Jesús está acá y también duerme en medio de la tormenta. Sólo porque mi esperanza está en Él.  Tiene poder para cambiarlo todo y nos dio autoridad para hacerlo también. El libro de Joel está lleno de esperanza de restauración y perdón, no solo al pasado, sino al futuro y nos puede ayudar en nuestra fe de que podemos cambiar las cosas.

 

Entonces el Señor se compadecerá de su pueblo y guardará celosamente el honor de su tierra. El Señor responderá: «¡Miren!, les envío grano, vino nuevo y aceite de oliva, suficiente para satisfacer sus necesidades. Ya no serán objeto de burla entre las naciones vecinas.  Joel 2:18-19

 

Hoy, aunque no estamos juntos físicamente, con nuestro corazón unidos somos desafiados a creer en que podemos ser parte de un mejor futuro para nuestra colonia y nación, pues el justo por la fe (no café) vivirá y su día irá en aumento hasta que el día sea perfecto.

 

Ray & Lily

 

https://www.youtube.com/watch?v=Z3KqXRIdAYk

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