Para un roto, un descocido

En un trabajo de Manuel C. Lassaleta podemos leer a propósito de “Nunca falta un roto para un descosido”, lo siguiente: “Este refrán es el fruto de la experiencia de que todos los individuos, de cualquier especie, por raros que sean, pueden encontrar un ambiente apropiado a sus particularidades se hace eco del ambiente peyorativo que generalmente refleja el dicho, al dar la explicación de que mediante él “se da a entender que los pobres y desvalidos suelen hallar alivio y consuelo entre los que igualmente lo son.”

 

VAMOS DE PESCA

Recuerdo el día que me enamoré de mi esposa. Aunque, ya hacía un buen tiempo la conocía y habíamos compartido muchas cosas y trabajos. Fue una mañana de sábado, mientras preparábamos los alimentos que compartíamos en un ministerio llamado “Pesca Milagrosa”, el cual se dedicaba a compartir la comida y sobre todo palabra de Dios, con personas que tienen problemas con el alcohol y las drogas y viven en las calles. Era un trabajo que requería mucha determinación, pues lidiar con ellos y sus corazones heridos no era cosa fácil. Además, los olores con que se llenaba el salón podrían hacer vomitar a cualquiera. Muchos llegaban, más que por la necesidad de una comida, por la necesidad de un abrazo.  En más de una ocasión salí de allí con unos pequeños amigos en mi cabeza (piojos).

 

Después de haber cantado y predicado, alrededor de las diez de la mañana, era la hora sentarlos a la mesa (aunque no había tal), pero antes debían lavarse las manos. Fue cuando desvíe mi mirada hacía fuera del salón y observé con cuanto amor, delicadeza y paciencia, mi ahora esposa, limpiaba el rostro y las manos de una chica a quien llamábamos Marííta. Me sorprendió. Me conmovió. Me enamoró su corazón.

 

Nosotros no fuimos los iniciadores de ese ministerio. Fueron nuestros amigos Hugo Veliz, Rodrigo, Carol y a ellos se sumó Tony, quien había salido de la calle gracias a esta iniciativa. Pero al final de la misma me encontré muchas veces solo, hasta que llegó otra rota. Fue justo cuando pensé que no habría nadie que quisiera acompañarme en ese viaje con tantas complicaciones. Este dicho aplica también cuando se unen dos personas que son tal para cual.

 

Estas frases tienen su origen en una ley universal que se denomina: La Ley de la Afinidad Vibratoria o Ley de la Atracción Objetiva, que es la que rige toda asociación en el universo en función de su nivel vibratorio y es aplicable desde lo infinitamente pequeño hasta lo infinitamente grande.

 

Dios mostró cuánto nos ama al enviar a su único Hijo al mundo, para que tengamos vida eterna por medio de él. En esto consiste el amor verdadero: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio para quitar nuestros pecados. 1 Juan 4:9-10

 

El sábado pasado por la tarde, mientras comentábamos una lectura, recordé el libro de Sheila Walsh “Dios ama las personas rotas” y me pregunté ¿por qué? Y me Él contestó – Para un roto, un descocido. Se estrelló esa verdad en mi cara, me estalló el corazón al comprender el sacrifico que hizo. Ya que una rotura es un acto circunstancial, accidental o negligente. Pero, descocerse es un acto voluntario de empatía por amor. Pasó por mi mente la imagen de un saco de grano derramándose en forma de amor sobre mi vida. En el capítulo 13, de este mismo libro, lo expresa así “El Cristo partido, El Salvador que escogió el sufrimiento… por ti”.

 

Jesús sabía que su misión ya había terminado y, para cumplir las Escrituras, dijo: «Tengo sed» Había allí una vasija de vino agrio, así que mojaron una esponja en el vino, la pusieron en una rama de hisopo y la acercaron a los labios de Jesús. Después de probar el vino, Jesús dijo: «¡Todo está cumplido!». Entonces inclinó la cabeza y entregó su espíritu. Era el día de preparación, y los líderes judíos no querían que los cuerpos permanecieran allí colgados el día siguiente, que era el día de descanso (y uno muy especial, porque era la Pascua). Entonces le pidieron a Pilato que mandara a quebrarles las piernas a los crucificados para apresurarles la muerte. Así podrían bajar los cuerpos. Entonces los soldados fueron y les quebraron las piernas a los dos hombres crucificados con Jesús. Cuando llegaron a Jesús, vieron que ya estaba muerto, así que no le quebraron las piernas. Sin embargo, uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y, de inmediato, salió sangre y agua. (La información anterior proviene de un testigo ocular que presenta un relato fiel. Él dice la verdad para que ustedes también continúen creyendo). Esas cosas sucedieron para que se cumplieran las Escrituras que dicen: «Ni uno de sus huesos será quebrado» y «Mirarán al que atravesaron». Juan 19:28-37

 

Nuestra invitación hoy es a dar de gracia, lo que de gracia hemos recibido.

Ray & Lily

 

https://www.youtube.com/watch?v=5k_Z86u9iF8

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