¿Acaso no
saben ustedes que cuando se entregan a alguien para obedecerlo, son esclavos de
aquel a quien obedecen? Claro que lo son, ya sea del pecado que lleva a la
muerte o de la obediencia que lleva a la justicia. Romanos 6:16 NVI
“Tienes razón de estar molesto” —me decía con insistencia,
mientras enumeraba multitud de justificaciones que, a decir verdad, eran
razonables. Tenía un caso sólido y bien argumentado, listo para presentarse
delante de cualquier juez. Había pensado en detalles, posibles preguntas y sus
respectivas respuestas; no había forma de que perdiera el debate, y el
veredicto me sería favorable. Ganaría el juicio de tener la razón. Una sonrisa
sarcástica y altanera me surgió en el rostro.
«¿Quién es
este, que oscurece mi consejo con palabras carentes de sentido? Prepárate a
hacerme frente; yo voy a interrogarte y tú me responderás. Job 38:2-3 NVI
Claro está, el juez a quien le pedía consejo era yo mismo.
Me estaba autoengañando, pues el sabor amargo en mi boca y las entrañas
retorcidas no se apaciguaban con nada de esto. Al igual que la historia de Job
—que pasa treinta y siete capítulos argumentando su propia justicia—, también
yo descubrí que mis palabras carecían de sentido hasta que vino la respuesta de
Dios.
Me quedé callado, sin discurso. Él es la persona más
influyente en mi vida. Desde que le conocí, progresivamente me he rendido a su
verdad. Aunque aún hay áreas en mí no conquistadas, y ataques subversivos de
otras voces, finalmente he llegado al convencimiento de que este poder superior
es el único capaz de devolverme el sano juicio y dominar cualquier defecto de
carácter, adicción o compulsión con la que luche. Mi influencer predominante:
el Espíritu Santo.
¡Gálatas
torpes! ¿Quién los ha hechizado a ustedes, ante quienes Jesucristo crucificado
ha sido presentado tan claramente? Solo quiero que me respondan a esto:
¿Recibieron el Espíritu por las obras que demanda la Ley o por la fe con que
aceptaron el mensaje? ¿Tan torpes son? Después de haber comenzado con el
Espíritu, ¿pretenden ahora perfeccionarse con esfuerzos humanos? Gálatas 3:1-3
NVI
Me doy cuenta de que muchas veces mi peor influencia no
viene de fuera, sino de dentro. Pero hay otros momentos en que las voces
externas comienzan a ganar terreno: esas que parecen inofensivas, pero poco a
poco van moldeando nuestra manera de pensar, de sentir y de creer. Así le pasó
a Demas, uno de los compañeros de Pablo. Al principio siguió el camino
correcto, pero más tarde eligió otra voz.
Demas, por amor a este mundo, me ha abandonado y se ha
ido a Tesalónica. 2 Timoteo 4:10 NVI
Demas comenzó bien. Sirvió al lado de un apóstol, escuchó
verdades profundas, fue testigo del poder de Dios. Pero algo cambió. Tal vez no
fue una caída repentina, sino un desliz lento, una voz que decía “Ya hiciste
suficiente” “También tienes derecho a disfrutar” “Puedes servir a Dios sin
tanto sacrificio” Y así, sin darse cuenta, Demas empezó a obedecer otra voz.
Porque eso es lo que realmente significa seguir una influencia.
Los que viven conforme a la carne fijan la mente en los
deseos de la carne; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la
mente en los deseos del Espíritu. La mente gobernada por la carne es muerte,
mientras que la mente que proviene del Espíritu es vida y paz. Romanos 8:5-6
NVI
Entre quienes pueden influir mi vida y decisiones están la
voz interior de la autojustificación, las motivaciones personales o egoístas, e
incluso mis heridas no sanadas del pasado. También las voces externas de
personas, medios de comunicación o redes sociales (como Demas, seducido por el
mundo). Al ceder ante estas voces dejamos que surja el impostor —el falso yo— y
tome el timón de nuestra vida. O podemos elegir escuchar la voz divina, la del
Espíritu Santo, como el verdadero influencer, y así cumplir el propósito para
el que fuimos diseñados.
Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si
por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán.
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
Romanos 8:13-14 NVI
Después de varios días de esa lucha interna e incomodidad
—que afectaba mi entorno y mis actividades—, las alertas comenzaron a
levantarse. Una irritación perenne estaba estorbando la paz. Incluso mi cuerpo
comenzó a resentirlo. Mi esposa hizo las preguntas incómodas sobre lo que me
estaba ocurriendo, y eso me hizo volverme a Dios y recurrir a su fuente de
tierna sabiduría.
¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación o
la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro o la espada?
Romanos 8:35 NVI
Finalmente, mis maquinaciones fueron desplomadas ante la
verdad de Dios. No puedo tener nada en contra de nadie ni retener el perdón,
pues se me ha perdonado mucho… demasiado. Me siento avergonzado y con ganas de
esconderme, como lo hizo Adán en el Edén, pero después de haber caminado a su
lado, conocer sus puras motivaciones y su inmensa misericordia, elijo correr
hacia Él y a su amor inmensurable.
Así alumbre su luz delante de todos, para que ellos
puedan ver las buenas obras de ustedes y glorifiquen al Padre que está en el
cielo. Mateo 5:16 NVI
Me doy cuenta de que siempre soy proclive a ser influenciado
por quienes me rodean. A veces, sin notarlo, adopto los vocablos particulares
de mi amada o termino disfrutando los platillos que antes no me llamaban la
atención. Es natural: fuimos diseñados para reflejar, para mimetizar, para
multiplicar lo que contemplamos. Pero también soy influencia. Cada palabra,
cada reacción, cada silencio deja una huella en alguien más. Por eso me detengo
a pensar: ¿qué tipo de influencia estoy siendo? ¿Reflejo la voz del Espíritu
que me transforma, o la de mis viejas formas que aún quieren imponerse?
Quisiera ser como esos primeros discípulos, de quienes se decía que
“trastornaron el mundo”, no por su poder ni su fama, sino porque llevaban
dentro al verdadero Influencer: Cristo mismo.
Si te arrepientes, yo te restauraré y podrás servirme. Si
evitas hablar en vano, y dices palabras valiosas, tú serás mi portavoz. Que
ellos se vuelvan hacia ti, pero tú no te vuelvas hacia ellos. Jeremías 15:19
NVI
ORACIÓN:
Padre, después de conocerte y haber caminado contigo, qué
bochornoso es reconocer que trato de encontrar mi propia justicia con
argumentos. Pero qué bello es saber que aún estás ahí, dispuesto a restaurar y
corregir el rumbo con tu dulce voz. Quiero que seas la única influencia en mi
vida y así evitar caer en mis caminos en el futuro. Espíritu Santo, no te
alejes; aunque me incomode, mantente cerca para ayudarme a vivir una vida que
honre a Jesús y el sacrificio que hizo por mí. Amén.
Lily & Ray
https://www.youtube.com/watch?v=Nfhr-neS798&list=RDNfhr-neS798&start_radio=1

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