Jesús les contó una historia a sus discípulos, para enseñarles que debían orar siempre y sin desanimarse. Lucas 18:1 TLA
Llegué a
ser padre muy joven, recién había cumplido 18 cuando mi primera hija nació. Sin
muchos recursos me tuve que ayudar de todo lo que estaba a mi disposición para
poder cumplir el rol, aunque precariamente. No tenía muchas personas a quien
acudir, y todos mis contemporáneos estaban en la flor de su juventud, viviendo una
etapa de juegos y diversión.
Tuve acceso
al internet, por mi trabajo, aproximadamente en 1998, y fue una herramienta que
me ayudó en la tarea de la paternidad. En el año 2000, cuando nació mi tercer
hijo, conocí una página web llamada "Solo Hijos" que me fue una herramienta
muy útil. Tenía información catalogada por edades y en diferentes áreas, desde
la cognitiva hasta la emocional. Todo clasificado según la edad de los niños.
A mi me
gustaban las historias, escuché varias, aunque muchas eran repetidas varias
veces, de boca de mi padre, pero se convirtió en un vehículo de comunicación
significativo para mi vida. Recuerdo haber les comprado libros a mis infantes
desde que eran pequeños, pero estos generalmente eran costosos, por lo que
comencé a inventar historias junto a ellos. Un artículo, en la página
mencionada anteriormente, catapultó la forma de hacerlo y se volvió mucho más
interactivo, haciendo partícipes y protagonistas a mis peques de las historias
que fueron surgiendo.
Debo reconocer que, entre todos mis
desaciertos, esté fue un buen logro, ya que hasta la fecha recordamos algunas
historias que compartimos antes de dormir, mientras viajábamos en autobús o
durante fogatas nocturnas, donde sus ojos brillaban expectantes y nuestros
corazones latían en armonía. Tiempos inolvidables, historias fantásticas,
marcas indelebles.
Después,
Jesús les contó otra historia: «El reino de Dios se puede comparar con una
semilla de mostaza que un hombre sembró en su campo. Mateo 13:31 PDT
A lo largo
de mi caminar con Jesús, ya sea en mis oraciones o en la lectura de la biblia,
mi corazón ha sido enseñado como el de un niño, he pasado tiempos increíbles llenos
de historias que sería difícil de contabilizar. Son tantas las veces que me he deleitado
leyendo o escuchando al Dios creador del universo, haciéndome las cosas tan sencillas
y lúdicas, que a captado toda mi atención. Incluso cosas difíciles de digerir,
las a mascullado con amor para hacérmelas inteligibles.
Entonces
les contó una historia: «Un hombre rico tenía un terreno que produjo una
cosecha muy buena. Lucas 12:16 PDT
Recuerdo muy
particularmente un cuento que el Señor usó para ilustrar algo que me quería
enseñar. Este narraba la historia de una oruga glotona que arruinaba el jardín,
su voracidad la llevó a casi destruirlo y al mismo tiempo destruirse ella misma,
poniéndose en una situación peligrosa donde las aves la convertirían en su
cena.
El dueño
del jardín, a pesar de el daño que ella había causado, decidió rescatarla y apoyarla
durante el proceso de vivir dentro de la oscuridad de un capullo, donde el único
contacto con el exterior era la voz amorosa de aquel hombre, misma que la
acompañó hasta convertirse en una hermosa mariposa, que luego decidió convertirse
en guardiana del jardín.
Pero
Jesús les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí. ¡No los detengan! Pues el
reino del cielo pertenece a los que son como estos niños». Entonces les puso
las manos sobre la cabeza y los bendijo antes de irse. Mateo 19:14-15 NTV
En ese
tiempo fungía como maestro de niños en la iglesia en que me congregaba y la historia
tocó el corazón de los pequeños. Gustó tanto que luego la adaptamos en una
pequeña obra de teatro que presentamos a la congregación. Aún sueño con
convertirla en un libro ilustrado o hacerla una película animada.
La cuestión
es que, dicha historia, es una analogía que hizo Dios sobre mi cambio de vida y
la transformación que generó en mí. Encuentro un paralelo de esta forma de
comunicarse cuando, para confrontarlo con su pecado, el Señor manda al profeta
Natán a narrarle una historia que constituía un símil de la falta en que el rey
David había incurrido, poniendo al descubierto su mal proceder.
El SEÑOR
envió a Natán para que le dijera a David: —Había dos hombres que vivían en una
ciudad. Uno era rico, y otro pobre. El rico tenía muchas ovejas y ganado. Pero
el pobre no tenía nada, excepto una ovejita que había comprado y criado. La
ovejita creció en su propia casa junto con él y sus hijos, comía de su comida,
bebía de su vaso y dormía en su regazo. Ella era para el hombre pobre como su
propia hija. Sucedió entonces que un viajero llegó a visitar al hombre rico.
Este quería ofrecerle de comer, pero como no quería matar a ninguna de sus
ovejas ni ganado para alimentar al viajero, tomó la ovejita del hombre pobre y
la mandó preparar para darle de comer a su huésped. 2 Samuel 12:1-4 PDT
Me
impresiona la sutileza y el amor que nuestro buen padre tiene para comunicarnos
cosas, siempre y cuando estemos dispuestos a prestar un poco de atención. Dios
no necesita comunicarse con nosotros, él desea hacerlo y conoce nuestras
formas, es por lo que mi manera predilecta de acercarme a las escrituras y la oración
es como un niño, dispuesto a ser ilustrado y enseñado, con curiosidad y
expectativa de lo que se me va a contar.
Entonces
Jesús les contó esta historia: «Supongamos que uno de ustedes tiene 100 ovejas
y pierde una de ellas, ¿acaso no dejará solas a las otras 99 en el campo para
ir en busca de la que se le ha perdido hasta encontrarla? Lucas 15:3-4 PDT
Mi cuentacuentos
favorito es Jesús, cada historia narrada ha logrado impactar y marcar mi
corazón, haciéndome protagonista de muchas de ellas (como yo lo hacía con mis
hijos). He sido la oveja perdida, el hijo pródigo, la mala tierra, también cizaña.
He aprendido a ser buen samaritano, trigo y semilla de mostaza. Pero ha sido
necesario detener todo el barullo que me agita, y prestar atención a lo que
tiene que contar. El efecto ha sido tan diverso como causar risas, lágrimas,
esperanza y gratitud, pero finalmente cautivar mi corazón.
Durante
el viaje a Jerusalén, Jesús y sus discípulos llegaron a cierta aldea donde una
mujer llamada Marta los recibió en su casa. Su hermana María se sentó a los
pies del Señor a escuchar sus enseñanzas, pero Marta estaba distraída con los
preparativos para la gran cena. Entonces se acercó a Jesús y le dijo: —Maestro,
¿no te parece injusto que mi hermana esté aquí sentada mientras yo hago todo el
trabajo? Dile que venga a ayudarme. El Señor le dijo: —Mi apreciada Marta,
¡estás preocupada y tan inquieta con todos los detalles! Hay una sola cosa por
la que vale la pena preocuparse. María la ha descubierto, y nadie se la
quitará. Lucas 10:38-42 NTV
No puedo
contar cuantos cuentos me ha contado, ni cuantos tengo para contar, pero debo
luchar contra los afanes y el activismo (tal cual Marta), detenerme y sentarme
a sus pies, escoger la mejor parte y dejarme inundar y transformar por el poder
de sus palabras, las historias del Señor van construyendo mi historia con él,
quien finalmente es El Señor de la historia.
Ustedes
estudian las Escrituras a fondo porque piensan que ellas les dan vida eterna.
¡Pero las Escrituras me señalan a mí! Juan 5:39 NTV
ORACIÓN:
Señor de la
historia, gracias por los relatos que han moldeado mi vida, por tus palabras
llenas de verdad y amor que transforman mi corazón. Ayúdame a detenerme en
medio de los afanes y sentarme a tus pies como María, para escuchar, aprender y
ser moldeado por Ti. Hazme como un niño, dispuesto a ser enseñado y a vivir con
la expectativa de tus enseñanzas. Permíteme, con humildad y gratitud, narrar a
otros las historias de tu gracia y amor, para que ellos también descubran la
belleza de caminar contigo. Amén.
Ray &
Lily
No hay comentarios:
Publicar un comentario