'Para todos hay un mismo final: para el justo y el injusto, para el bueno y el malo, para el puro y el impuro, para el que ofrece sacrificios y para el que no los ofrece. Tanto para el bueno, como para el pecador; tanto para el que hace juramentos, como para el que no los hace por temor.' Eclesiastés 9:2 NVI
El camino está realmente complicado, las calles de
terracería se han deteriorado por la lluvia de las últimas semanas, los surcos
provocados por las correntadas de agua, sumado a la mala iluminación, hacen
subir el ritmo cardiaco. Mi preocupación no es mi integridad física, creo que
una caída no sería tan estrepitosa si viajara solo, pero llevo una pasajera
pegada a mi espalda, ella lucha por sujetarse a la motocicleta y por sujetar la
emoción que la embarga. Mis sentidos están más alertas que de costumbre,
cualquier error en maniobrar podría ser letal para ambos.
Que nos impulsa en esta ocasión para correr este riesgo, no
es el deseo de aventura. Somos portadores de una noticia que a duras penas
logramos asimilar y no tenemos la menor idea de cómo lograremos comunicarla. El
escabroso terreno amenaza con volcarnos del vehículo y llegamos a un punto de
no retorno. En medio de la patente oscuridad podemos apreciar, a nuestra
izquierda, una panorámica de la ciudad de Guatemala que brilla por la
iluminación eléctrica. Es un hermoso mirador natural que esta noche no logra
cautivarnos.
—No le llevarás esta noticia hoy —respondió Joab—. Podrás
hacerlo en otra ocasión, pero no hoy, pues ha muerto el hijo del rey. 2 Samuel 18:20 NVI
El cerco fabricado con alambre de púas pone fin al recorrido
sobre ruedas, serán nuestras temblorosas piernas las encargadas de sortear los
últimos cien metros que nos separan de la humilde morada, casi en medio de la
nada y tan cerca de la ciudad, totalmente paradójico. La siembra de maíz
flanquea silenciosa el sendero, las pequeñas luces de nuestros teléfonos
móviles nos ayudan a no tropezar, también alertan a los habitantes del recinto,
quienes empiezan a cuchichear tratando de discernir quienes son los visitantes
y que los traen en este horario a irrumpir en la privacidad de su hogar.
Sonríen al reconocernos, nos abrazan, pero la sospecha está
flotando en el aire. De a pocos se van sumando más figuras que emergen desde la
oscuridad; hombres, mujeres y niños se reúnen cual polillas alrededor de la
luminosidad que proporciona la lámpara que colocamos en el travesaño del techo
en el pequeño rancho. Me mojo los labios con la lengua y una punzada en el
vientre es el heraldo de mis palabras que van respondiendo, lentamente, la
incógnita de nuestra inoportuna visita.
'Al oír esto, el rey se estremeció y mientras subía al
cuarto que está encima de la puerta, lloraba y decía: «¡Ay, Absalón, hijo mío!
¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Ojalá hubiera muerto yo en tu lugar! ¡Ay,
Absalón, hijo mío, hijo mío!».' 2 Samuel 18:33 NVI
Tal vez solo está dormido, dice la madre, mientras se frota
el rostro con las manos. Incrédula y desconcertada, una de las hermanas,
comienza a barajear las posibilidades de responsabilidad. Así es el duelo,
busca un culpable, es un instinto natural. Me rompo al ver a todos llorar, las
mil palabras se me atoran en los dientes y un sollozo se suma a la melancólica
melodía que silva al derredor. Los minutos de trauma son seguidos por un
vendaval de preguntas acerca de lo que sucederá con su cuerpo, está a 125
kilómetros de distancia y no es su deseo que los restos mortales (en verdad eso
son) queden tan lejos de ellos.
'Padre de huérfanos y defensor de viudas es Dios en su
morada santa.' Salmo 68:5 NVI
Salimos y tomamos de vuelta el sendero, esta vez podemos ver
con más claridad, puede que sean nuestras pupilas dilatadas que nos permiten
absorber más la luz. La siembra de maíz (milpa) se devela en la sinuosa tierra,
hay una danza de luciérnagas en la bucólica imagen frente a nosotros, parecen
ángeles cantando. Una fresca y suave brisa nos empapa el rostro, ya nuestra
alma está mojada, atónita y compungida.
Aún queda un familiar a quien darle la noticia, un pequeño
de 7 años, quien fuera el primero en descubrir la gelidez del cuerpo de su
padre. Eran tan cercanos, tan íntimos y nos será aún más difícil encontrar la
forma de participar la noticia al pequeño. El reloj nos alerta que estamos
llegado al umbral de la media noche y nos tomará un poco más de dos horas
llegar hasta la aldea el Jocote, en Quezada, Jutiapa, donde yace inerte nuestro
cuñado, ahí completó el saldo de días que le fue asignado, cumpliendo una tarea
sencilla pero que marcará para siempre la vida del retoño. Ahí vivió sus
mejores días de paternidad.
'Es mejor el buen nombre que el buen perfume. Es mejor el
día en que se muere que el día en que se nace. Es mejor ir a un funeral que a
una casa de fiestas. Pues la muerte es el fin de todo ser humano, y los que
viven debieran tenerlo presente.' Eclesiastés 7:1-2 NVI
Continuará…
ORACIÓN:
Padre, hay una realidad a la que todos debemos enfrentarnos,
tenerla en cuenta es menester, aun así, debemos lidiar con el dolor que trae la
separación del espíritu, alma y cuerpo. Tenemos ideas erróneas, también fábulas
y creencias populares que mercadean por darnos una respuesta que apacigüe el
fuego del dolor. Preguntas sin responder y vacíos inexpugnables que amenazan
con hacernos perder el equilibrio. Cada cual lo maneja diferente, pero
invariablemente necesitamos de tu consuelo, solo en tu palabra lo podremos
encontrar. Amén.
Ray & Lily
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