¿POR QUÉ ESTOY ENOJADO?

'Jesús entró en el Templo y echó de allí a todos los que compraban y vendían. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas. «Escrito está —dijo—: “Mi casa será llamada casa de oración”, pero ustedes la han convertido en “cueva de ladrones”».' Mateo 21:12-13 NVI

 

Un pequeño zumbido en mi oído izquierdo, causado por el agua rezagada dentro de él, se suma al que emiten las chicharras que cantan infinitamente. Este último es tan constante que casi nadie lo percibe, pero esa tarde se me hace más patente que nunca. Otro factor se adhiere, es el ruido en mi cabeza, pues hay un asunto dando vueltas en ella; la frecuencia cardiaca me ha aumentado y con ella la presión arterial. Hay adrenalina en mi cuerpo y la pierna me tiembla mientras conduzco con mis pies descalzos, rumbo al la plaza central de Quezada, Jutiapa. Estoy molesto.

 

Toda mi estructura mental está desboronada, mi habitual paciencia y amabilidad han desaparecido, dando paso a una lucha interna encarnizada entre lo que pienso y lo que siento. La Biblia reconoce que es una reacción común, inherente al ser humano, pero me advierte de las consecuencias que esta acarrea si me dejo llevar por ella. La pregunta sobre la razón por la que estoy enojado es imperante responderla, pues ese es el meollo del asunto.

 

'«Si se enojan, no pequen». No permitan que el enojo les dure hasta la puesta del sol ni den cabida al diablo.' Efesios 4:26-27 NVI

 

Lo primero que reconozco es que el enojo solo es la punta del iceberg, hay algo que la está disparando y esa emoción es la que lo sustenta. Si lo manejo desde la superficie, difícilmente podré controlarlo.  La causa es la que me hará reconocer si lo que estoy sintiendo es pecaminoso o no. Entonces formulo la incógnita ¿Es por causa de mis preferencias, mis deseos o es por una causa mayor externa a mí? La diferencia entre las dos es abismal.

 

Cuando hay injusticia y surge el enojo, podríamos llamarla ira justa, pues está dirigida al pecado. Un ejemplo puede ser la discriminación, el abuso infantil, la trata de personas, etc.  Pues surge de la obediencia a la Palabra de Dios que nos invita a luchar por lo correcto. Como creyentes sabemos que honrar a Cristo, en todo, es nuestra prioridad. Por otra parte, el enojo pecaminoso tiene como raíz nuestro orgullo. Somos el centro de la situación pues las cosas no se están haciendo a nuestro modo.

 

'Jesús se les quedó mirando, enojado y entristecido por lo obstinados que eran, y dijo al hombre: —Extiende la mano. Así que la extendió y la mano quedó restablecida.' Marcos 3:5 NVI

 

La ira justa surge de nuestro deseo de honrar al Señor: Él está en el centro. Es por ello que encontramos a Jesús enojado por la dureza del corazón, de aquellos que cuestionaban la sanidad de alguien por puro legalismo, poniendo por encima sus normas y que se contradijera lo que ellos regulaban, negando así la naturaleza del Dios a quien decían servir, poniéndose ellos en el centro, es decir, sus preferencias y deseo de honra.

 

'¿De dónde surgen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que luchan dentro de ustedes mismos? Desean algo y no lo consiguen. Matan y sienten envidia, y no pueden obtener lo que quieren. Riñen y se hacen la guerra. No tienen, porque no piden. Y cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones.' Santiago 4:1-3 NVI

 

Deseamos intensamente respeto, amor, que nos sirvan en un restaurante, ganar, éxito, etc. Cuando esto no se hace realidad hay fracaso pues mis preferencias no han sido satisfechas. Mi egoísmo es confrontado y el enojo surge como respuesta a la negativa de recibir algo que en el fondo creo merecer y no se me está dando. Mi expectativa no fue compensada y la frustración que esto significa, trae a la superficie el enojo como fruto de mi egocentrismo.

 

'El que es paciente muestra gran inteligencia; el que es agresivo muestra mucha insensatez.' Proverbios 14:29 NVI

 

'El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio sabe dominarla.' Proverbios 29:11 NVI

 

Por tanto, el enojo es orgulloso, pecaminoso, peligroso y tonto. Ya que esta emoción me hace sentir abrumado, no me deja pensar en nada más. Mi razonamiento se ve entenebrecido y oculta las posibles opciones o soluciones. En mi cabeza hay una constante que indica que a mi modo las cosas se hacen mejor. Afectando todo mi cuerpo porque mi opinión, se siente amenazada. Esto hace que enfoque el enojo y ataque sobre aquella persona que me hace sentir así. Esto la hace peligrosa y justificarla hará que le dé cabida al diablo en mi vida.

 

'Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, pero no apresurarse para hablar ni para enojarse; pues el enojo de una persona no produce la vida justa que Dios quiere.' Santiago 1:19-20 NVI

 

Ahora bien, hay alguna forma de controlar el enojo para que no tome el control y se vuelva una conducta o combustible de mi vida. El Señor nos ha provisto de herramientas para lidiar con cada situación pecaminosa que nos llene. Estar lleno es la palabra clave y la respuesta a la pregunta nos clarifica el camino a una vida libre del enojo. Estar lleno de la Palabra de Dios y su espíritu santo nos traerá el fruto que deseamos para contrarrestar los efectos de la ira. En mi caso, recordar de donde fui sacado y todo lo que se me ha perdonado por el sacrificio en la cruz es también un buen antídoto.

 

ORACIÓN:

Señor, líbrame del enojo centrado en mi egoísmo y preferencias. Pero no permitas que permanezca indolente ante aquellas cosas que violan tus principios y verdad. Que sea lleno de tu palabra y Espíritu, para reconocer la diferencia y actuar de tal forma que refleje tu amor. Hazme libre de la ira. No quiero darle cabida al maligno y si el sentimiento viene a mí, procuraré aplicar tu palabra, siendo obediente a ella, para cosechar el fruto de justicia y amor. Amén.

 

Ray & Lily

 

https://www.youtube.com/watch?v=W3RSDQ2M1aU

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