El Señor está cerca, para salvar a los que tienen el corazón hecho pedazos y han perdido la esperanza. – Salmos 34:19 DHH94
Algo que amo de mi esposa son las palabras coloquiales que
usa para referirse a determinadas cosas o situaciones. En realidad, disfruto
mucho el tratar de entenderlas etimológicamente o desde el sentido común de su
uso. Hasta la fecha no ha dejado de sorprenderme y sigo descubriendo vocablos nuevos
para mí, pero que son parte de su acervo cultural. Algunos son regionalismos
bastante usados en el oriente guatemalteco, de donde es originaria su familia.
Esta en específico, no es exclusiva de ella. Me la recordó
una querida amiga durante su práctica de pilates del miércoles a medio día. De
niño la escuché muchas veces y con algunas variaciones ya en mi edad adulta.
Hay quienes dicen “Descanchinflado” otros “Descuanchinflado”,
pero nunca me había dado a la tarea de investigar si realmente existía tal
palabra. Me sorprendió saber que sí existe y que correctamente se escribe “Desconchinflado”.
Este adjetivo coloquial y de uso muy extendido en una amplia
área en América, derivado del infinitivo menos usado desconchinflar o
desconchinflarse, y de origen incierto. Lo usan en países como Perú, México,
Cuba, Guatemala, etc. Se entiende como “estropeado”, “deteriorado”, y referido
a persona, “decaído”, “quebrantado”. La RAE lo define así: deteriorar (hacer
que pase a peor estado).
Me viene a la memoria el caso de un automóvil que unos
amigos vendieron hace algunos años. Tenían premura de comercializarlo para hacerse
de fondos y amortizar unas deudas pendientes, por lo que hicieron el negocio
por menos de lo que deseaban y así paliar su situación financiera.
Para su sorpresa, el nuevo dueño, regresó un par de días después
con el automotor derramando aceite y agua por todos lados, en una palabra, lo
devolvió “desconchinflado”. Sumado a las precarias condiciones, reclamaba que
se le reintegrara el valor que había pagado por él.
Sin dinero y con la intransigencia del individuo, solo se les
ocurrió volver a poner el vehículo en venta. Con asombro cerraron el trato, con
el nuevo ofertante quien estaba decidido a pagar el valor original y además de
contratar una grúa para movilizarlo, sonriente estaba dispuesto a cubrir los
gastos por las reparaciones, aduciendo que él sabía que era una buena
adquisición y que había estado buscando ese modelo específico.
'Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba
el hombre y, viéndolo, se compadeció de él. Se acercó, le curó las heridas con
vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo
llevó a un alojamiento y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos monedas de plata
y se las dio al dueño del alojamiento. “Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste
usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva”. ' Lucas 10:33-35
MI caso es parecido al de este carro. Después de un cúmulo
de malas decisiones y mal uso de mi vida, terminé desconchinflado y en condiciones
muy deplorables. Cuando ya me había desechado, hubo alguien que gustoso pagó el
precio por mis pecados y además de transportarme a una nueva manera de vivir,
aún estuvo dispuesto a sufragar los gastos por el resto de mis curaciones.
'«Supongamos que uno de ustedes tiene cien ovejas y
pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de
la oveja perdida hasta encontrarla? Y, cuando la encuentra, lleno de alegría la
carga en los hombros y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y
vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la oveja que se me había
perdido”. Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un
solo pecador que se arrepienta que por noventa y nueve justos que no necesitan
arrepentirse. ' Lucas 15:4-7
En más de una ocasión he escuchado decir a Alejandro Méndez
esta frase: “No tiene sentido dejar a noventa y nueve ovejas por buscar una,
hasta que esa una eres tú”. Aquel extraño comprador pudo haberse comprado otro
auto mejor, pero estaba decidido a encontrar este. Yo fui un día esa oveja, ese
auto desconchinflado que fue hallado por su diseñador, quien era el único capaz
de restaurarlo según su plan y propósito original.
Él sana a los que tienen roto el corazón, y les venda las
heridas. – Salmos 147:3
Rendirme ante mis incapacidades y estar dispuesto a que un
poder superior tomara el control fue el requisito. La mejor decisión de mi vida
y la primera de la cual nunca me arrepentiré. Me rescató, me restauró y me dio una
nueva vida en Él.
ORACION:
Gracias Señor por tanto amor. Me es inexplicable esa forma
tan apasionada de amarme y buscarme. Aunque no puedo entenderlo, mi corazón
está embriagado por tu gracia y favor. No quiero separarme de ti, mi alma y
cuerpo desean permanecer en tu presencia y contarle al mundo de tu misericordia.
Dispongo mi ser para que completes la obra que un día comenzaste en mí. Amén.
Ray & Lily
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