Abro los ojos repentinamente y me siento un poco desconcertado. ¿Qué día es hoy? Me pregunto. Aún está oscuro y no se escucha el gorjeo de las aves. Un torbellino de ideas comienza a revolotear mi cabeza. De pronto, ese rechinido comienza. Es como una secuencia de música electrónica con ciclos cortos y repetitivos. No corresponde a la hora, pues normalmente comienza dos horas más tarde. Es una pequeña fabrica (de no sé qué) que se encuentra a unos 200 metros. Hoy madrugaron, probablemente porque las disposiciones presidenciales hicieron cambios en el toque de queda para hoy sábado. ¡AH, ya sé que día es!
Al monótono
ruido le acompaña el sonido de la radio o reproductor de música. Si aguzo el oído
logro escuchar lo que toca. Nunca se sabe. Algunas veces rancheras, otras veces
rock en español de los noventas, merengue, salsa, reguetón y hasta alabanzas cristianas
infantiles. Imposible saberlo. Sí presto un poco más de atención puedo llegar a
escuchar algunos fragmentos de conversaciones. Aunque no llego a entender
ninguna de ellas.
Salto de
la cama (no dando un salto mortal) y la agenda del día comienza a estructurarse
en mi cabeza: Las lecturas del día, escribir el devocional, El Seminario
Iglesia Imparable, etc. Es urgente, debo tener un tiempo con mi buen padre y Dios,
necesito que me escuche y me preste atención. Necesito escucharle y prestarle
atención.
EL QUE TODO
LO ESCUCHA
Alguien
nos mira (Something is out there) fue una serie de televisión de 1988, del género
ciencia ficción-acción-suspenso. Me encontraba en mi infancia aún y no recuerdo
bien la trama. Y para ser honesto son pocas imágenes que puedo asociar. Pero
por alguna razón el nombre me quedó grabado, incluso recuerdo la locución dramática
de la presentación. En verdad me creaba la idea que en algún lugar, alguien estaba
vigilándome.
“Los
que temían al Señor hablaron entre sí, y él los escuchó y les prestó atención.
Entonces se escribió en su presencia un libro de memorias de aquellos que temen
al Señor y honran su nombre.” Malaquías 3:16
Puedo imaginarme
al Señor inclinando su cabeza para prestar oído a lo que estoy hablando,
ninguna de las conversaciones que tenemos le pasa desapercibida. Más sorprendente
aún es el hecho de que preste atención a lo que hablamos. Hace algunos años,
junto a mi amigo Hugo Veliz, surgió la emocionante idea de reunirnos para orar
todos los días, muy temprano por la mañana. Comenzamos nosotros dos y más
adelante se unió nuestra amiga Lily, quien ahora es mi esposa. Armados con una pequeña bocina, cantamos y
sostuvimos conversaciones que muchas veces se alargaron por horas. Soñamos,
planeamos, pedimos, lloramos, reímos, leímos la biblia y algunos libros. Creo
que fue, más o menos, durante un año que lo hicimos. Pero más que todo,
conversamos entre sí. Hasta llegamos a sentirnos mal porque no orábamos tanto
como hablábamos, tratando de definir motivos para orar ese día. No fue sino hasta hace unas semanas que le
pregunté al Señor ¿Qué paso con ese tiempo, todas las cosas que soñamos y
pedimos? Y É me contestó: “Yo solo quería pasar tiempo con ustedes” y
hoy añadió “escucharlos y prestarles atención”.
Tener la
conciencia de que Jesús está escuchando y prestando atención a lo que dices, no
para vigilarte, más bien para conocerte y saber si le deseas conocer, podría
cambiar el rumbo nuestras conversaciones. También para poner atención a que hay
en nuestro corazón, pues de su abundancia habla la boca (Lucas 6:45). Recordar que
las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres (1 Corintios 15:33) y
que de toda palabra ociosa daremos cuenta (Mateo 12:36).
La recompensa
es grande y alentadora, nos motiva a llenar nuestro corazón con su palabra y
sus palabras.
“El día
que yo actúe ellos serán mi propiedad exclusiva —dice el Señor Todopoderoso—.
Tendré compasión de ellos, como se compadece un hombre del hijo que le sirve. Y
ustedes volverán a distinguir entre los buenos y los malos, entre los que
sirven a Dios y los que no le sirven.” Malaquías
3:17-18
A partir
de las 2 de la tarde de hoy y hasta el lunes a las 5 de la mañana, tienes la
oportunidad de llenar tus labios de conversaciones sobre Jesús.
Ray &
Lily
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